Susurró
sin borrar la curvatura de sus comisuras. Al escuchar aquellas palabras
el menor solo se lanzó de nuevo a besar sus carnosidades para luego
rodear su cuello con sus brazos, apegándose al contrario por fin. Sintió
su cuerpo envuelto con las extremidades ajenas a los pocos segundos, lo
cual le alivió de sobremanera. Un suspiro escapó de los labios de ambos,
seguido del choque de la espalda de Sandeul con la pared, pegando sus
cuerpos entre sí. Poco a poco comenzó a notarse cierto movimiento entre
sus accionares, manos colándose bajo camisas, rasguños, mordidas y
caderas inquietas, todo ocurriendo en cuestión de segundos que parecían
eternos y disfrutaban con gusto.
Mientras las manos recorrían
sus cuerpos, el menor rodeó la cintura ajena con su pierna, apegándose
así al más alto, el cual le tomó por ambos muslos, haciendo que se
sostuviera de él contra la pared. Aprovechó aquella pose para tomar al
más bajo por el trasero, masajeándolo con intensidad mientras sus labios
seguían unidos hasta que sintió como unas manos traviesas comenzaban a
abrir su camisa. Cortó el beso en ese momento para poder mirarle a los
ojos, buscando una respuesta, en los cuales solo encontró deseos de
continuar y cierto miedo. No pudo evitar sonreír al verle así,
acariciando su mejilla con delicadeza
-Tranquilo… Prometo que disfrutarás…
Susurró antes de volver a unir sus labios, bajando su mano nuevamente
para tomarle bien del trasero, continuando con el masaje en aquella zona
mientras los esponjosos labios del más alto empezaban a recorrer el
níveo cuello ajeno.
Por otro lado, Sandeul solo ladeó su
rostro, dejándole lugar a Minho mientras torpemente abría la prenda
ajena, dejando lugar al bien formado cuerpo que le hizo soltar un
suspiro de solo rozarlo. Con delicadeza dejó que sus manos recorrieran
su piel, generando un cosquilleo y una ligera piel de gallina ante tan
suave toque. Hacía tiempo que el más bajo no disfrutaba de observar,
menos hablemos de tocar, unos abdominales tan bien formados. Los últimos
que había sentido eran los de Baro, pero no por una cuestión… Como la
actual.
Poco a poco las cosas subían de tono, las manos de
ambos exploraban los cuerpos que tenían a disposición, pronto el torso
del mayor estaba completamente expuesto, dejando que las juguetonas
manos del menor rasguñaran su espalda de manera algo provocativa. Solo
eso hizo falta para que el más alto propinara una embestida hacia el
cuerpo más pequeño, provocando que este dejara escapar un sorprendido y
ahogado gemido.
-Mmm… ¿Y ese sonido?
Preguntó con voz
seductora y traviesa, sabiendo que el más bajo se apenaría por sus
palabras y manera de decirlas. Sin embargo, en lugar de ver un rostro
apenado, recibió unas mejillas sonrojadas de excitación, unos ojos
deseosos de más y unos labios mordidos por el menor mismo. Ante tal
escena Minho no pudo con su ser. Si había algo que a este hombre le
gustaba era que le provocaran, y el contrario había encontrado la manera
de hacerlo. Sin más, las carnosidades de ambos se vieron unidas
nuevamente, pero esta vez Sandeul se bajó del agarre que ambos
mantenían, aprovechando su altura natural para besar y mordisquear el
cuello contrario, comenzando a bajar poco a poco para luego dejar que
sus manos llegaran a la prenda inferior ajena, desabrochando esta y
bajándola, sintiendo como sus manos temblaban un poco. Esto último no
pasó desapercibido para quien ahora disfrutaba de las acciones dadas,
por lo que con su diestra sostuvo una de las extremidades ajenas,
dejando que su zurda sostuviera el mentón del otro por un instante.
-Sabes que no necesitas hacer esto si no quieres…
-N-No es eso…
Las palabras algo orgullosas pero a la vez avergonzadas del menor le llamaron la atención.
-E-Es que… No es que… Tsk… No es que no quiera… Es que jamás lo hice…
Soltó por fin, sintiendo que su rostro ardía con fuerza. Que haya
sentido su atracción por los hombres no significaba que lo hubiera hecho
ya con alguno, y eso quedaba más que claro ahora para Minho.
-Deul… Tranquilo… No tienes que sobre esforzarte… Solo haz lo que te salga…
Las amables palabras pronunciadas en esa voz tan seductora
definitivamente lograron su cometido: envalentonar al menor a probar
aquello que hasta el momento no se había permitido. Lentamente terminó
de abrir el pantalón ajeno, bajándolo un poco, aún sin atreverse a
tocarle allí. Mordiéndose el labio inferior miró al más alto y luego
volvió la mirada hacia el glande ya erecto y notorio bajo la ropa
interior ajena. Aún algo inseguro sobre si lo haría bien o no llevó su
mano hacia aquella zona, tomándolo y masajeándolo suavemente, como haría
consigo mismo. Después de todo tampoco era como si no supiera nada del
asunto.
Un suspiro mezclado con gemido escapó ante aquel masaje
de los labios de Minho, mirándole con deseo. Definitivamente la escena
que tenía frente a él le generaba una excitación que era muy difícil de
controlar, después de todo no quería lastimar al menor siendo demasiado
bruto. Cuando notó que el más bajo acercaba su rostro hacia su erección
se mordió el labio inferior, listo para ahogar el que sabía sería un
profundo gemido.
En el momento en que la felación comenzó, unos
ahogados sonidos se hicieron presentes, provocando que las manos de
quien recibía aquel dichoso placer se clavaran en los cabellos de quien
le brindaba aquella excitación constante, ayudándole con un ligero
vaivén, tratando de animarlo a que siguiera.
Por su parte,
Sandeul estaba dudoso de si estaría haciendo un buen trabajo, pero podía
notar como aquel glande crecía en su boca, cosa que le indicaba que iba
por buen camino. En su búsqueda por hacer sentir mejor al mayor, sus
manos comenzaron a moverse nuevamente, rasguñando el torso ajeno hasta
bajar a sus testículos, los cuales masajeó tranquilamente. Eso era algo
que a él le gustaba, así que decidió implementarlo en la situación,
después de todo sabía que placer sentiría.
Poco a poco las
hormonas empezaron a desbordar en la cabeza de Minho, provocando que el
vaivén que había creado creciera un poco en intensidad hasta que ya no
logró aguantar más. De un ligero tirón separó la deliciosa boca del
menor, haciendo que le mirara.
-Sandeul… No aguantaré mucho más… Y tengo una enorme necesidad…
-¿Necesidad? ¿Lo que estoy haciendo no alcanza?
Las palabras del más chico causaron una ligera sonrisa ya que parecía algo ofendido de que le desconsiderara de esa forma.
-Lo que vienes haciendo se siente genial… Pero mi necesidad va más allá de eso… Necesito hacerte mío ahora…
Tales palabras provocaron que las mejillas del menor ardieran como
nunca antes esa noche, haciendo que se quedara sin palabras por la
situación. Al notar esto, Minho le tomó para alzarlo un poco, haciendo
que se pusiera de pie y así poder mirarle a los ojos.
-Prometo ser gentil…
-¿Lo… Lo prometes?
La voz temblorosa del más chico provocó que el mayor se acercara a
besar sus labios con suavidad y delicadeza, mirando los orbes ajenos una
vez más.
-Lo prometo…