Suspiré tranquilo, riendo un poco por la forma en la que me
besaba. Al escucharle sonreí ampliamente- Pero Lawrence.... Ya soy todo tuyo...
No necesitas encerrarme para que eso se sepa... -besé sus labios, relajándome
por completo. Podría quedarme allí todo el día.
Estaba a punto de entrar en el sueño cuando los golpes de la
puerta me hicieron reaccionar, al igual que la voz de la noona. "Vladi,
necesito que vengas" susurró con su voz maternal y algo gastada por los
años.
Observé a Lawrence confundido antes de levantarme- Quédate
en la cama, seguramente son cosas de la cocina y eso... -me volví hacia la
puerta. Claro que no sería algo así, la noona sabía que cuando estaba con mi
rey nada me haría dejarlo a no ser que fuera pura y exclusivamente necesario.
Puede que fuera algo más serio como para que viniera a interrumpir.
Serio me dirigí a la puerta, abriéndola un poco para ver a
la noona. Asomé la cabeza y pude notar que no estaba sola. Mi semblante cambió
por completo, mis ojos daban una clara señal de alerta, amenaza y desprecio
hacia ese maldito sargento que antes me había molestado- ¿Qué ocurre? -pregunté
con la voz más calmada que logré sacar.
La espada estaba demasiado cerca del cuello de la mayor, y
eso no hacía más que tensarme y ponerme más nervioso. "Sal ahora, tú y yo
tendremos una charla" susurró el imbécil del sargento antes de soltar
bruscamente a mi noona. En un rápido movimiento salí de la habitación,
tomándola entre mis brazos con fuerza para evitar que cayera.
Observé que no se había hecho daño y luego clavé mis ojos en
ese maldito descarado, asintiendo levemente a su "propuesta".
"Bien, te espero en el patio... Ese donde falleció el tío de tu
enamorado" dijo antes de dar media vuelta e irse de allí.
Apreté los puños con algo de fuerza, pero la queja de la
mayor me hizo volver la vista hacia ella- ¿Te hiciste daño? -pregunté aliviado
cuando me respondió que no. Lentamente se levantó, irguiéndome yo también.
"Ten cuidado Vladi... Esto no puede ser bueno" me advirtió antes de
decirme que debía regresar a su puesto. La despedí con un beso, observando como
se iba mientras procesaba sus palabras y lo que debía hacer a continuación.
Suspiré y volví a entrar en el cuarto de mi rey.
Estaba adormilado, mi mano ya no se movía y menos aún
percibía los sonidos. Sólo sentí la cama librarse del peso de Vladimir, y nada
más. No sé cuánto tiempo pasó desde entonces, sólo pude reconocer la voz de
quien me cuidó todos estos años, susurrando de una manera temblorosa, sin
distinguir ninguna palabra de lo que decía.
Una tercera voz se acumuló en mis oídos, pero esta vez
sonaba totalmente desconocida. Mejor dicho, no la distinguía, no desde esa
distancia. Siquiera le oía con claridad.
Se escuchó la puerta del despacho cerrarse de un portazo,
algo que me hizo entreabrir los ojos de aquel sueño ligero.
-Qué... ¿qué ocurre...?- pregunté con la voz ronca y los
ojos apenas abiertos, frotándomelos. Largué un bostezo e intenté despertarme
para prestar atención al rostro del menor, quien se veía con una preocupación
tremenda. Sin embargo, no me referí a su expresión, no quería presionarle.
En cuanto escuché la voz de mi rey levanté la vista del
suelo, observándole un segundo antes de sonreír suavemente. No quería que se
preocupara, por lo que me acerqué a él, algo divertido al verle adormilado- No
es nada... Sigue durmiendo... Me llaman en la cocina -me excusé besando su
frente- Prometo esta noche venir a visitarte y meterme entre tus sábanas
-comenté algo divertido mientras le abrazaba. Era mejor que n viera nada de lo
que fuera a ocurrir, en especial si era tan cerca de su habitación, aunque no
creo que fuera a pasar nada. Ese idiota solo quería alardear seguramente y
advertirme de que me alejara de mi rey.
Suspiré y besé sus labios- Pórtate bien, ¿sí? -le pedí
mientras buscaba mis prendas- Por cierto... Mis ropas... Están en el estudio,
¿verdad? -pregunté divertido mirándole
En cuento oí sus palabras arqueé las cejas algo apenado y
con la boca entreabierta. Como un niño, tomé con ambas manos una de las mangas
de aquel pijama- No... no te vayas... -lo atraje torpemente por su brazo
mientras le miraba- quédate aquí... duerme conmigo... ¿Sí? -me le acercaba
desplazándome con las rodillas hasta el borde de la cama donde estaba él. Tiré
de aquella manga para hacer que se incline y besarle con timidez-
¡No!... no quiero quedarme aquí solo... -puse la vista en la
puerta que separaba la habitación del despacho y fugazmente la volví a
Vladimir, prácticamente rogándole con la mirada que se quede allí donde estaba-
Sentí como tomaba mi manga, observándole con ternura. Era
literalmente un niño pequeño. Me dejé hacer, sonriendo y correspondiendo su
beso. Al verle todas mis ganas por irme desaparecieron casi por completo.Quería
quedarme, mimarlo, acurrucarlo entre mis brazos, besarle y no soltarlo nunca
más. Pero las palabras de ese imbécil resonaban en mi cabeza.
No, no podía quedarme, debía ir a encontrarme con él.
Suspiré y le abracé con fuerza- Mi amor... Debo ir... Sino luego no me dejarán
volver... Prometo regresar y tú aún no habrás apagado la luz... ¿Está bien?
-pregunté suavemente mientras acariciaba su rostro. Me rompía el alma verle así
pero no me quedaba otra opción.
-Pero... -suspiré bajando la vista, soltando de a poco la
manga y viéndolo irse y cerrar la puerta. No iba a dormir, sentía un vacío
bastante extraño en mí y menos aún con el aroma de Vladimir en las sábanas y
ropas.
Apenas se oí el "click" de la puerta enganchándose
en el marco, corrí buscando las primeras ropas que encontré y me vestí
rápidamente. Salí por los pasillos que estaba seguro estarían vacíos, siguiendo
a cierta distancia la figura de Vladimir alejándome hacia las galerías que
llevaban al exterior.
Salí de la habitación, dirigiéndome sin detenerme en ningún
momento hacia los jardines. Debía encontrarme pronto con él, ¿qué pasaba si se
le ocurría hacerle algo a la noona? Nunca me lo perdonaría.
Sé que debería haberme fijado si alguien me seguía pero no
tenía tiempo para ello, tenía que darme prisa. Cuando finalmente llegué al
lugar del encuentro allí estaba él, con su uniforme de sargento o lo que fuera
que fuera, su espada envainada y sombrerito de "tengo un puesto mejor que
el tuyo". Suspiré y me acerqué a él- ¿De qué querías hablar? -pregunté sin
dar demasiadas vueltas. Quería regresar pronto con mi rey, consentirlo y
mimarlo por estos momentos perdidos por culpa de este idiota.
"¿Yo? De nada... Simplemente..." se acercó a mí
hasta quedar a escasos centímetros "Quiero saber qué buscas con el rey. No
me vendas la típica historia de: Estoy enamorado de él" reclamó con
desagrado. Parecía muy molesto. Sus palabras no hicieron más que hacerme
enojar. ¿Cómo alguien osaba a dudar sobre mis sentimientos hacia Lawrence?
Hice una mueca de claro desagrado, tanto por la cercanía
como por sus palabras- Entonces no tengo nada que decirte, porque esa es la
verdad, estoy enamorado de él, al igual que él lo está de mí -respondí con
firmeza en la voz antes de alejarme para que no invadiera mi espacio personal.
Rápidamente tomó su espada y me apuntó con ella, colocándola
debajo de mi cuello. "No sé qué planeas con el rey, pero juro que si algo
sale mal, te haré pagar las consecuencias" sentenció antes de bajar su
espada, rasgando mi ropa y dejando mi torso y algunas de mis múltiples marcas
al descubierto. Me sujeté la camisa para que estas no se vieran, pero era tarde,
el otro ya las había visto. Parecía tan cabreado, llegué a pensar que se le
saldrían los ojos de su órbitas.
Se acercó a mí, quitando mis manos para que no pudiera
cubrirme, apreciando cada una de mis marcas, tanto las que había hecho mi rey
como las que me había ganado yo con mi bocota en un intento por ocultar mis
sentimientos. Con una mano tocó una de las marcas, una herida curada, haciendo
que me estremeciera. Retrocedí. No quería que me tocara, menos con delicadeza o
pena.
Sus ojos se clavaron en mí, parecía fuera de sí, como si
intentara asimilar algo. Vi como se acercaba a mí de nuevo, cogiéndome por los
brazos con fuerza. "¡Tú! ¡Tú eres el imbécil que dijo esas cosas de mi
rey! ¡Eres el maldito que se atrevió a insultarlo! ¡No mereces vivir!" gritó
con fuerza, escupiéndome en parte la cara por estar tan cerca.
Esto me había tomado totalmente por sorpresa, no me esperaba
que me reconociera como aquel irrespetuoso muchacho. Escuché la bofetada antes
de sentirla. Mi rostro se había corrido a causa de la misma, haciendo que ahora
apreciara el resto de los jardines en lugar de su rostro. "Aléjate de mi
rey... Es una orden... O te torturaré como nunca antes y rogarás porque termine
con tu estúpida vida" le escuché decir antes de volver la vista hacia él,
con claro odio y desprecio en mi rostro.
Comencé a cruzar a lo largo todo, ocultándome cada tanto
detrás de gruesos pilares evitando así que él me viese.
Al instante reconocí esa figura alta y delgada, vistiendo
tal uniforme inconfundible. Su voz resonaba y podía oírle perfectamente
-Dak Ho... -susurré mientras me asomaba en un rincón con
vista periférica. ¿Qué demonios ocurría allí? ¿Por qué estaba con MI Vladimir?
Afilé los sentidos, prestando atención a cada palabra que
brotaban de los labios de cada uno.
Un par de frases hicieron eco en mi mente. -¿"Mi
rey"?... -repetía, no podía creer lo que estaba oyendo. Cruzaba pocas
palabras con él. Si bien me le dirigía con un saludo todos los días, nunca
entablé una charla profunda. ¿Por qué me llamaba de forma tan... tan...
personal?
Tuve que contenerme con toda mi voluntad para no salir
corriendo hacia ellos cuando noté ese filo tan cercano a su cuello. Ese que me
encantaba mimar, besar, morder, acariciar. No, si daba un paso en falso ese
tipo le dañaría, no quería arriesgarme para nada.
Me quedé allí observando todo con sorpresa. ¿Quién me había
insultado? ¿Vladimir? No lo creía. Odiaba no poder conocer lo que ocurría a mis
espaldas.
Fruncí el ceño cuando le abofeteó. Crucé por las galerías
hasta quedar en la otra paralela, justo en frente de donde estaba hacía un
rato. Me aseguré de llamar la atención con el paso firme, caminando con
majestuosidad como lo hacía siempre, haciéndoles creer a ambos que no les veía
y que seguía un sendero imaginario a toda prisa.
"Que no le haga daño, que no le haga daño, que no le
haga daño." pensaba mientras caminaba. De pronto se me cruzó un pie
delante del otro y caí al piso de espaldas, quedando allí yaciendo, bastante
adolorido del impacto que había causado un ruido audible.
Mi mirada se mantenía clavada en ese idiota de ojos
rasgados. Estuve a punto de golpearlo pero unos pasos firmes me detuvieron. Nos
miramos confundidos ya que no esperábamos que nadie más visitara aquel lugar en
aquellas horas. Volteamos la vista y pudimos observa como mi rey caminaba con
su magnífico porte.
Me quedé embobado mirándolo hasta que tropezó con sus propios
pies. Preocupado me acerqué, pero me quedé quieto al ver que ese sargento había
llegado antes que yo a ayudarle.
Terminé de acercarme- ¿Estás bien Lawrence? -pregunté
mientras sentía la mirada asesina del otro sobre mí. Se notaba que odiaba la
forma en la que podía hablarle y él no.
Abrí los ojos con pesadez. Me senté en el suelo como pude,
la espalda me dolía horrores. Me llevé las manos allí atrás, sobándome la
columna y subí hasta la parte posterior de la cabeza. Confirmé mi sospecha al
ver mis dedos húmedos de sangre que, por fortuna, no era abundante. Lamí como
era mi costumbre aquella esencia carmesí, bastante confundido por lo que
acababa de ocurrir. Sólo callé al turnar la mirada en ambos, primero en
Vladimir, quien me hablaba. Luego en aquel sargento autoritario con sus ojos
oscuros y desafiantes.
-Eso... eso creo...- susurré al ponerme de pie, dando un par
de quejidos, utilizando la pared como apoyo para no caer. ¿Justo venía a
ocurrirme algo tan torpe en un momento tan inoportuno? Al menos me aseguré de
que no le ocurriese nada a Vlad.
Clavé los ojos en aquel tipo misterioso. Mantuve un contacto
visual bastante potente, como si le estuviese examinando con un microscopio.
Me relajé al escuchar su respuesta, notando el cruce de
mirada de aquellos dos. No me gustaba nada como estaba la situación pero me
limité a quedarme callado y no decir nada.
Mi momento de relax se vio interrumpido por una moleta voz,
pero lo que dijo solo pudo hacerme feliz: "Debo retirarme, hay cosas que
hacer... Lamento haberles quitado su tiempo" susurró antes de realizar una
notable venia hacia mi rey, chocándome el hombro al pasar. Le observé irse,
clavando mis ojos en su espalda mientras sostenía mi prenda algo destrozada
para no tomar frío.
Cuando desapareció dejé escapar el aire que había estado
manteniendo. Miré a mi rey y sonreí suavemente- ¿Qué haces levantado? Creí que
te mantendrías en la cama... -susurré abrazándole por el cuello con cariño.
Asentí ante su venia, mirándole aún. Me preguntaba qué le
pasaba por la cabeza a ese tipo, parecía más extraño que yo, incluso.
-Fui a buscar algo a la cocina, me dejaste hambriento...
-susurré a su oído correspondiendo a ese abrazo, rodeando su cintura con ambos
brazos y atrayendo su cuerpo al mío.
-¿Por qué está rasgada tu ropa? -ya sabía la respuesta, pero
de todas maneras sería sospechoso si no le preguntase. Rocé la piel que dejaba
a la vista y la acaricié hasta llegar a su mentón, tomándolo para luego besarle Estaba seguro de que no había nadie allí, así que no tendría que
ocultar nada.
-Volvamos a mi cama, y no vuelvas a irte... -musité con esa
expresión que había puesto cuando él había dejado mi habitación hace un rato.
Me dejé hacer, besando su hombro cuando escuché su pregunta.
No quería preocuparle, aunque tampoco quería ocultarle nada, no se sentía bien
eso... Suspiré- Es que... Me había entrado un bicho en la ropa! Y entre la
desesperación y molestia terminé por rasgarme la ropa... -me excusé pobremente
sin mirarle aún en el abrazo.
Sentí el roce de su piel, correspondiendo el beso para luego
sonreír amplio- Está bien... Prometo quedarme... -susurré besando su mejilla y
comenzando a tironear de su mano para que entraran de nuevo al castillo,
llegando a la habitación de mi rey en pocos minutos.
Al entrar no pude soportarlo y le besé con desespero. La
situación de recién me había dejado demasiado nervioso, sin mencionar por lo
que pudiera pasar por la cabeza de ese idiota sargento. Tal vez se las
ingeniaba para que no pudiera verlo más. Quería aprovechar todo lo que pudiera,
no haciendo el amor ni nada parecido, solo estando con él.
No pude evitar reír con su excusa.- Eres un tonto...-susurré
y al instante estaba él arrastrándome por el castillo hasta mi habitación.
Correspondí de la mejor manera a su beso, aferrándome a su
cuerpo mientras suspiraba.
-Lindo, eres tan lindo- decía entre besos. Lo dirigí a mi
cama, me deshice de las ropas y me coloqué nuevamente el pijama, arrojándole el
perteneciente a Vladimir a la cara. Me aseguré de cerrar con llave la puerta
del despacho cuando el rubio ya estaba acurrucándose entre las sábanas. Apagué
la luz del cuarto y prácticamente me le tiré a un lado, metiéndome bajo el
acolchado, abrazando y besándolo con timidez, sintiendo el calor de su cuerpo.-
Te amo... -susurré mientras le miraba y volví a besarlo.
Sonreí al escuchar la forma en la que me llamaba,
cambiándome con el pijama que Lawrence me había tirado al rostro- ¿Hace falta
que me lo tires en la cara? -pregunté divertido antes de terminar de cambiarme
y meterme en la cama. Observé como iba a cerrar la puerta del estudio,
acurrucándome en las sábanas y sonriendo cuando regresó a mi lado.
Correspondí el beso y abrazo- También te amo... -susurré
volviendo a corresponderle, rodeando su cuello con los brazos. Como siempre mi
necesidad de él se despertaba ante el más mínimo contacto. Sin embargo, las
cosas que antes había vivido no dejaban de dar vueltas en mi cabeza. Me separé
un poco y me acurruqué en sus brazos, aferrándome a él todo lo que podía-
Estarás siempre a mi lado... ¿Verdad? -pregunté con una voz algo quebrada y
tímida.
-¿Cómo podría negarme? Eso no se pregunta... -pronuncié en
susurros y sonreí con tranquilidad. Se sentía tan bien tenerlo conmigo sin que
alguien se atreviera a tocarlo, a dañarle siquiera.
-Te amo, te amo, te amo... -repetía mientras dejaba besos en
todo su cuello. Sentí que mi sueño se había ido por completo, algo bastante
natural teniendo en cuenta lo que acababa de presenciar. Maldije a mis adentros
a ese sargento por obligar a Vladimir a irse de mi lado mientras dormía con él.
-¿Tienes sueño? -le susurré luego de unos minutos, aún con
los ojos abiertos mirando a la nada.