Capricho oculto-8

Suspiré mientras me acariciaba, entrando en un pequeño trance, besándolo hasta que escuché sus palabras- ¿Vlad? -reí levemente ante el apodo. Nunca nadie me había llamado así, se sentía lindo el hecho de que alguien te pusiera un apodo, bueno, aparte de la noona quien me llamaba Vladi. Me gustaba como sonaba,en especial tomando en cuenta quién lo decía.
Suspiré tranquilo, riendo un poco por la forma en la que me besaba. Al escucharle sonreí ampliamente- Pero Lawrence.... Ya soy todo tuyo... No necesitas encerrarme para que eso se sepa... -besé sus labios, relajándome por completo. Podría quedarme allí todo el día.
Estaba a punto de entrar en el sueño cuando los golpes de la puerta me hicieron reaccionar, al igual que la voz de la noona. "Vladi, necesito que vengas" susurró con su voz maternal y algo gastada por los años.
Observé a Lawrence confundido antes de levantarme- Quédate en la cama, seguramente son cosas de la cocina y eso... -me volví hacia la puerta. Claro que no sería algo así, la noona sabía que cuando estaba con mi rey nada me haría dejarlo a no ser que fuera pura y exclusivamente necesario. Puede que fuera algo más serio como para que viniera a interrumpir.
Serio me dirigí a la puerta, abriéndola un poco para ver a la noona. Asomé la cabeza y pude notar que no estaba sola. Mi semblante cambió por completo, mis ojos daban una clara señal de alerta, amenaza y desprecio hacia ese maldito sargento que antes me había molestado- ¿Qué ocurre? -pregunté con la voz más calmada que logré sacar.
La espada estaba demasiado cerca del cuello de la mayor, y eso no hacía más que tensarme y ponerme más nervioso. "Sal ahora, tú y yo tendremos una charla" susurró el imbécil del sargento antes de soltar bruscamente a mi noona. En un rápido movimiento salí de la habitación, tomándola entre mis brazos con fuerza para evitar que cayera.
Observé que no se había hecho daño y luego clavé mis ojos en ese maldito descarado, asintiendo levemente a su "propuesta". "Bien, te espero en el patio... Ese donde falleció el tío de tu enamorado" dijo antes de dar media vuelta e irse de allí.
Apreté los puños con algo de fuerza, pero la queja de la mayor me hizo volver la vista hacia ella- ¿Te hiciste daño? -pregunté aliviado cuando me respondió que no. Lentamente se levantó, irguiéndome yo también. "Ten cuidado Vladi... Esto no puede ser bueno" me advirtió antes de decirme que debía regresar a su puesto. La despedí con un beso, observando como se iba mientras procesaba sus palabras y lo que debía hacer a continuación. Suspiré y volví a entrar en el cuarto de mi rey.

Estaba adormilado, mi mano ya no se movía y menos aún percibía los sonidos. Sólo sentí la cama librarse del peso de Vladimir, y nada más. No sé cuánto tiempo pasó desde entonces, sólo pude reconocer la voz de quien me cuidó todos estos años, susurrando de una manera temblorosa, sin distinguir ninguna palabra de lo que decía.
Una tercera voz se acumuló en mis oídos, pero esta vez sonaba totalmente desconocida. Mejor dicho, no la distinguía, no desde esa distancia. Siquiera le oía con claridad.
Se escuchó la puerta del despacho cerrarse de un portazo, algo que me hizo entreabrir los ojos de aquel sueño ligero.
-Qué... ¿qué ocurre...?- pregunté con la voz ronca y los ojos apenas abiertos, frotándomelos. Largué un bostezo e intenté despertarme para prestar atención al rostro del menor, quien se veía con una preocupación tremenda. Sin embargo, no me referí a su expresión, no quería presionarle.

En cuanto escuché la voz de mi rey levanté la vista del suelo, observándole un segundo antes de sonreír suavemente. No quería que se preocupara, por lo que me acerqué a él, algo divertido al verle adormilado- No es nada... Sigue durmiendo... Me llaman en la cocina -me excusé besando su frente- Prometo esta noche venir a visitarte y meterme entre tus sábanas -comenté algo divertido mientras le abrazaba. Era mejor que n viera nada de lo que fuera a ocurrir, en especial si era tan cerca de su habitación, aunque no creo que fuera a pasar nada. Ese idiota solo quería alardear seguramente y advertirme de que me alejara de mi rey.
Suspiré y besé sus labios- Pórtate bien, ¿sí? -le pedí mientras buscaba mis prendas- Por cierto... Mis ropas... Están en el estudio, ¿verdad? -pregunté divertido mirándole

En cuento oí sus palabras arqueé las cejas algo apenado y con la boca entreabierta. Como un niño, tomé con ambas manos una de las mangas de aquel pijama- No... no te vayas... -lo atraje torpemente por su brazo mientras le miraba- quédate aquí... duerme conmigo... ¿Sí? -me le acercaba desplazándome con las rodillas hasta el borde de la cama donde estaba él. Tiré de aquella manga para hacer que se incline y besarle con timidez-
¡No!... no quiero quedarme aquí solo... -puse la vista en la puerta que separaba la habitación del despacho y fugazmente la volví a Vladimir, prácticamente rogándole con la mirada que se quede allí donde estaba-

Sentí como tomaba mi manga, observándole con ternura. Era literalmente un niño pequeño. Me dejé hacer, sonriendo y correspondiendo su beso. Al verle todas mis ganas por irme desaparecieron casi por completo.Quería quedarme, mimarlo, acurrucarlo entre mis brazos, besarle y no soltarlo nunca más. Pero las palabras de ese imbécil resonaban en mi cabeza.
No, no podía quedarme, debía ir a encontrarme con él. Suspiré y le abracé con fuerza- Mi amor... Debo ir... Sino luego no me dejarán volver... Prometo regresar y tú aún no habrás apagado la luz... ¿Está bien? -pregunté suavemente mientras acariciaba su rostro. Me rompía el alma verle así pero no me quedaba otra opción.

-Pero... -suspiré bajando la vista, soltando de a poco la manga y viéndolo irse y cerrar la puerta. No iba a dormir, sentía un vacío bastante extraño en mí y menos aún con el aroma de Vladimir en las sábanas y ropas.
Apenas se oí el "click" de la puerta enganchándose en el marco, corrí buscando las primeras ropas que encontré y me vestí rápidamente. Salí por los pasillos que estaba seguro estarían vacíos, siguiendo a cierta distancia la figura de Vladimir alejándome hacia las galerías que llevaban al exterior.

Salí de la habitación, dirigiéndome sin detenerme en ningún momento hacia los jardines. Debía encontrarme pronto con él, ¿qué pasaba si se le ocurría hacerle algo a la noona? Nunca me lo perdonaría.
Sé que debería haberme fijado si alguien me seguía pero no tenía tiempo para ello, tenía que darme prisa. Cuando finalmente llegué al lugar del encuentro allí estaba él, con su uniforme de sargento o lo que fuera que fuera, su espada envainada y sombrerito de "tengo un puesto mejor que el tuyo". Suspiré y me acerqué a él- ¿De qué querías hablar? -pregunté sin dar demasiadas vueltas. Quería regresar pronto con mi rey, consentirlo y mimarlo por estos momentos perdidos por culpa de este idiota.
"¿Yo? De nada... Simplemente..." se acercó a mí hasta quedar a escasos centímetros "Quiero saber qué buscas con el rey. No me vendas la típica historia de: Estoy enamorado de él" reclamó con desagrado. Parecía muy molesto. Sus palabras no hicieron más que hacerme enojar. ¿Cómo alguien osaba a dudar sobre mis sentimientos hacia Lawrence?
Hice una mueca de claro desagrado, tanto por la cercanía como por sus palabras- Entonces no tengo nada que decirte, porque esa es la verdad, estoy enamorado de él, al igual que él lo está de mí -respondí con firmeza en la voz antes de alejarme para que no invadiera mi espacio personal.
Rápidamente tomó su espada y me apuntó con ella, colocándola debajo de mi cuello. "No sé qué planeas con el rey, pero juro que si algo sale mal, te haré pagar las consecuencias" sentenció antes de bajar su espada, rasgando mi ropa y dejando mi torso y algunas de mis múltiples marcas al descubierto. Me sujeté la camisa para que estas no se vieran, pero era tarde, el otro ya las había visto. Parecía tan cabreado, llegué a pensar que se le saldrían los ojos de su órbitas.
Se acercó a mí, quitando mis manos para que no pudiera cubrirme, apreciando cada una de mis marcas, tanto las que había hecho mi rey como las que me había ganado yo con mi bocota en un intento por ocultar mis sentimientos. Con una mano tocó una de las marcas, una herida curada, haciendo que me estremeciera. Retrocedí. No quería que me tocara, menos con delicadeza o pena.
Sus ojos se clavaron en mí, parecía fuera de sí, como si intentara asimilar algo. Vi como se acercaba a mí de nuevo, cogiéndome por los brazos con fuerza. "¡Tú! ¡Tú eres el imbécil que dijo esas cosas de mi rey! ¡Eres el maldito que se atrevió a insultarlo! ¡No mereces vivir!" gritó con fuerza, escupiéndome en parte la cara por estar tan cerca.
Esto me había tomado totalmente por sorpresa, no me esperaba que me reconociera como aquel irrespetuoso muchacho. Escuché la bofetada antes de sentirla. Mi rostro se había corrido a causa de la misma, haciendo que ahora apreciara el resto de los jardines en lugar de su rostro. "Aléjate de mi rey... Es una orden... O te torturaré como nunca antes y rogarás porque termine con tu estúpida vida" le escuché decir antes de volver la vista hacia él, con claro odio y desprecio en mi rostro.

Comencé a cruzar a lo largo todo, ocultándome cada tanto detrás de gruesos pilares evitando así que él me viese.
Al instante reconocí esa figura alta y delgada, vistiendo tal uniforme inconfundible. Su voz resonaba y podía oírle perfectamente
-Dak Ho... -susurré mientras me asomaba en un rincón con vista periférica. ¿Qué demonios ocurría allí? ¿Por qué estaba con MI Vladimir?
Afilé los sentidos, prestando atención a cada palabra que brotaban de los labios de cada uno.
Un par de frases hicieron eco en mi mente. -¿"Mi rey"?... -repetía, no podía creer lo que estaba oyendo. Cruzaba pocas palabras con él. Si bien me le dirigía con un saludo todos los días, nunca entablé una charla profunda. ¿Por qué me llamaba de forma tan... tan... personal?
Tuve que contenerme con toda mi voluntad para no salir corriendo hacia ellos cuando noté ese filo tan cercano a su cuello. Ese que me encantaba mimar, besar, morder, acariciar. No, si daba un paso en falso ese tipo le dañaría, no quería arriesgarme para nada.
Me quedé allí observando todo con sorpresa. ¿Quién me había insultado? ¿Vladimir? No lo creía. Odiaba no poder conocer lo que ocurría a mis espaldas.
Fruncí el ceño cuando le abofeteó. Crucé por las galerías hasta quedar en la otra paralela, justo en frente de donde estaba hacía un rato. Me aseguré de llamar la atención con el paso firme, caminando con majestuosidad como lo hacía siempre, haciéndoles creer a ambos que no les veía y que seguía un sendero imaginario a toda prisa.
"Que no le haga daño, que no le haga daño, que no le haga daño." pensaba mientras caminaba. De pronto se me cruzó un pie delante del otro y caí al piso de espaldas, quedando allí yaciendo, bastante adolorido del impacto que había causado un ruido audible.

Mi mirada se mantenía clavada en ese idiota de ojos rasgados. Estuve a punto de golpearlo pero unos pasos firmes me detuvieron. Nos miramos confundidos ya que no esperábamos que nadie más visitara aquel lugar en aquellas horas. Volteamos la vista y pudimos observa como mi rey caminaba con su magnífico porte.
Me quedé embobado mirándolo hasta que tropezó con sus propios pies. Preocupado me acerqué, pero me quedé quieto al ver que ese sargento había llegado antes que yo a ayudarle.
Terminé de acercarme- ¿Estás bien Lawrence? -pregunté mientras sentía la mirada asesina del otro sobre mí. Se notaba que odiaba la forma en la que podía hablarle y él no.

Abrí los ojos con pesadez. Me senté en el suelo como pude, la espalda me dolía horrores. Me llevé las manos allí atrás, sobándome la columna y subí hasta la parte posterior de la cabeza. Confirmé mi sospecha al ver mis dedos húmedos de sangre que, por fortuna, no era abundante. Lamí como era mi costumbre aquella esencia carmesí, bastante confundido por lo que acababa de ocurrir. Sólo callé al turnar la mirada en ambos, primero en Vladimir, quien me hablaba. Luego en aquel sargento autoritario con sus ojos oscuros y desafiantes.
-Eso... eso creo...- susurré al ponerme de pie, dando un par de quejidos, utilizando la pared como apoyo para no caer. ¿Justo venía a ocurrirme algo tan torpe en un momento tan inoportuno? Al menos me aseguré de que no le ocurriese nada a Vlad.
Clavé los ojos en aquel tipo misterioso. Mantuve un contacto visual bastante potente, como si le estuviese examinando con un microscopio.

Me relajé al escuchar su respuesta, notando el cruce de mirada de aquellos dos. No me gustaba nada como estaba la situación pero me limité a quedarme callado y no decir nada.
Mi momento de relax se vio interrumpido por una moleta voz, pero lo que dijo solo pudo hacerme feliz: "Debo retirarme, hay cosas que hacer... Lamento haberles quitado su tiempo" susurró antes de realizar una notable venia hacia mi rey, chocándome el hombro al pasar. Le observé irse, clavando mis ojos en su espalda mientras sostenía mi prenda algo destrozada para no tomar frío.
Cuando desapareció dejé escapar el aire que había estado manteniendo. Miré a mi rey y sonreí suavemente- ¿Qué haces levantado? Creí que te mantendrías en la cama... -susurré abrazándole por el cuello con cariño.

Asentí ante su venia, mirándole aún. Me preguntaba qué le pasaba por la cabeza a ese tipo, parecía más extraño que yo, incluso.
-Fui a buscar algo a la cocina, me dejaste hambriento... -susurré a su oído correspondiendo a ese abrazo, rodeando su cintura con ambos brazos y atrayendo su cuerpo al mío.
-¿Por qué está rasgada tu ropa? -ya sabía la respuesta, pero de todas maneras sería sospechoso si no le preguntase. Rocé la piel que dejaba a la vista y la acaricié hasta llegar a su mentón, tomándolo para luego besarle  Estaba seguro de que no había nadie allí, así que no tendría que ocultar nada.
-Volvamos a mi cama, y no vuelvas a irte... -musité con esa expresión que había puesto cuando él había dejado mi habitación hace un rato.

Me dejé hacer, besando su hombro cuando escuché su pregunta. No quería preocuparle, aunque tampoco quería ocultarle nada, no se sentía bien eso... Suspiré- Es que... Me había entrado un bicho en la ropa! Y entre la desesperación y molestia terminé por rasgarme la ropa... -me excusé pobremente sin mirarle aún en el abrazo.
Sentí el roce de su piel, correspondiendo el beso para luego sonreír amplio- Está bien... Prometo quedarme... -susurré besando su mejilla y comenzando a tironear de su mano para que entraran de nuevo al castillo, llegando a la habitación de mi rey en pocos minutos.
Al entrar no pude soportarlo y le besé con desespero. La situación de recién me había dejado demasiado nervioso, sin mencionar por lo que pudiera pasar por la cabeza de ese idiota sargento. Tal vez se las ingeniaba para que no pudiera verlo más. Quería aprovechar todo lo que pudiera, no haciendo el amor ni nada parecido, solo estando con él.

No pude evitar reír con su excusa.- Eres un tonto...-susurré y al instante estaba él arrastrándome por el castillo hasta mi habitación.
Correspondí de la mejor manera a su beso, aferrándome a su cuerpo mientras suspiraba.
-Lindo, eres tan lindo- decía entre besos. Lo dirigí a mi cama, me deshice de las ropas y me coloqué nuevamente el pijama, arrojándole el perteneciente a Vladimir a la cara. Me aseguré de cerrar con llave la puerta del despacho cuando el rubio ya estaba acurrucándose entre las sábanas. Apagué la luz del cuarto y prácticamente me le tiré a un lado, metiéndome bajo el acolchado, abrazando y besándolo con timidez, sintiendo el calor de su cuerpo.- Te amo... -susurré mientras le miraba y volví a besarlo.

Sonreí al escuchar la forma en la que me llamaba, cambiándome con el pijama que Lawrence me había tirado al rostro- ¿Hace falta que me lo tires en la cara? -pregunté divertido antes de terminar de cambiarme y meterme en la cama. Observé como iba a cerrar la puerta del estudio, acurrucándome en las sábanas y sonriendo cuando regresó a mi lado.
Correspondí el beso y abrazo- También te amo... -susurré volviendo a corresponderle, rodeando su cuello con los brazos. Como siempre mi necesidad de él se despertaba ante el más mínimo contacto. Sin embargo, las cosas que antes había vivido no dejaban de dar vueltas en mi cabeza. Me separé un poco y me acurruqué en sus brazos, aferrándome a él todo lo que podía- Estarás siempre a mi lado... ¿Verdad? -pregunté con una voz algo quebrada y tímida.

-¿Cómo podría negarme? Eso no se pregunta... -pronuncié en susurros y sonreí con tranquilidad. Se sentía tan bien tenerlo conmigo sin que alguien se atreviera a tocarlo, a dañarle siquiera.
-Te amo, te amo, te amo... -repetía mientras dejaba besos en todo su cuello. Sentí que mi sueño se había ido por completo, algo bastante natural teniendo en cuenta lo que acababa de presenciar. Maldije a mis adentros a ese sargento por obligar a Vladimir a irse de mi lado mientras dormía con él.
-¿Tienes sueño? -le susurré luego de unos minutos, aún con los ojos abiertos mirando a la nada.

¿Qué opinan?

Mmmm..... Estoy pensando en escribir un fanfic basado en la canción "Pajama Party" de SuJu pero solo con los chicos... Mmm... Obviamente estarían mis couples predilectas(?)
Mmmmmmmm..........
A considerar :P



Capricho oculto-7

-Dios, Vladimir... -mordí con fuerza mi labio nuevamente, levantando el mentón y mirándole con los ojos entreabiertos. Cuando clamó por ayuda no hice más que desviar la mirada. No iba a caer en mi propio juego, un castigo era un castigo, incluso si lo significaba para mí también.
-Hubieses leído como un niño bueno... -me relamí clavando los ojos en él. Un calor creciente me invadía el cuerpo. Lo imité, masajeando ahora mi entrepierna con fervor. Llevé la cabeza hacia atrás por el placer y me deslicé contra la biblioteca, sentándome en el piso alfombrado, apoyando la espalda en el mueble mientras seguía con el accionar.
Quería ver quién resistiría más

Al ver como se relamía, escuchando sus palabras y echando mi cabeza hacia atrás por mis propias acciones. Pude ver cómo se deslizaba hasta quedar en el suelo de la alfombra. Sin más me levanté, sentándome en el medio de sus piernas pero sin provocar ningún contacto entre nosotros, clavando mi mirada en él mientras un gemido escapaba de mis labios, intensificando un poco más los mivimientos de mi mano- L-Lawrence... E-En verdad... Necesito... Ayuda... -gemí arqueando un poco mi espalda.

Puse las manos a los costados de los muslos propios. Acerqué el rostro como había hecho antes, rozando sus labios, pero sin tocarlo con las demás partes del cuerpo.
-Entonces... -le miré con intensidad en mis ojos azules- ¿Por qué no lo consigues? ¿Por qué no me... -sonreí amplio como el mismo cheshire haría, mostrando los dientes y arqueando una de las cejas- ...sometes?

Sentí como se acercaba y rozaba sus labios con los míos, escuchando su propuesta. Estaba algo sorprendido de que sugiriera eso pero no me negué en lo más mínimo. Terminé con la cercanía entre ambos, besando con desespero sus labios mientras mi mano viajaba hacia el miembro ajeno, quitando la mano de mi rey para masturbarle. Mordí su labio y sonreí- Lawrence... ¿Quieres que te someta? -pregunté haciendo que girara para que se recostara sobre el suelo- Jamás lo hubiera esperado de ti... -susurré mordiendo su lóbulo, sin detener las acciones de mi mano.
Finalmente me posicioné entre sus piernas- ¿Sabes? Tengo muchas ganas de hacer algo... -besé su torso y tomé mi propio mienbro para rozar la entrada ajena, intentando que entendiera mi propuesta.

Simplemente asentí. Quería ver lo que podía hacer, tenía una intriga latente en todo el cuerpo. Hundí los dedos en su cabellera, más aún cuando comenzó a besar mi torso. Llevé con lentitud una mano a la ajena, aquella que se encontraba en mi miembro viril, incitándole a que siguiera mientras ayudaba con el movimiento.
A modo de respuesta, atraje con la mano libre su pelvis hacia mí. -Nadie te detiene...- susurré mirándole, sonriendo de lado. Era excitante la manera en que había cambiado su carácter al actual.

Dejé de masturbarle al escucharle, dejando mi miembro quieto sobre su entrada- Primero debería prepararte... ¿No te parece? -pregunté mientras llevaba mi mano a su boca, esperando que lamiera mis dedos. No quería hacerle daño, por lo que haría las cosas como se debía, ya que sería la primera vez, por lo que yo sabía, en la que mi rey estuviera en esta posición.

-Como lo desees...- susurré. Cerré los ojos y dejé los labios relajados. Lamí uno a uno los dedos con suavidad, concentrándome en ello, como acariciando la piel de éstos con la lengua. El fervor aumentaba, y eso se notaba en la creciente erección que acarreaba, esperando el accionar del otro.

Cuando sentí los dedos suficientemente húmedos sonreí, quitándolos de su boca para dirigirlos a su entrada, introduciendo uno de ellos. Rápidamente me dirigí a sus labios, besándolos con desespero mientras movía mi dedo en su interior.

Una mueca de leve dolor me asomó por el rostro. Di un gemido que fue ahogado por los besos de Vladimir, que respondí gustoso. Mordí su labio inferior con ligereza y, con la mano aún posada en la suya que se encontraba en mi entrepierna, le incentivé a seguir con el movimiento de arriba hacia abajo.

Pude sentir como quería que moviera mi mano sobre su miembro, por lo que comencé a hacerlo mientras introducía un segundo dedo en su interior, besándole aún con ese desespero de antes, buscando aplacar el dolor que todo esto le provocaba.

A ese segundo dedo le siguió otro gemido un poco más audible, acompañado de la excitación que sentía ya de antes y la de mi propia entrepierna ardiendo. Se sentía algo doloroso, sin embargo quería sentirlo en su totalidad, mi curiosidad no se aplacaría hasta que ocurra. Profundicé el beso aún más, si es que era posible. En mi interior reía con algo de gracia por los roles que se habían intercambiado, pero no me arrepentía en lo absoluto.

Correspondí a la forma en la que mi rey profundizaba el beso, introduciendo un tercer dedo, moviéndolos con cuidado mientras el ritmo de mi mano no cambiaba, manteniéndose constante para no hacerle correrse antes de tiempo. Esta vez yo sería quien manejar la situación. Silumé una pequeña embestida, solo para provocarle más.

Un quejido me usurpó los labios, entrecortando el beso por esta misma razón. Lo mismo ocurrió con aquella embestida, sólo que fue un sonido más ronco y algo más alto. Esto sólo me hacía ansiar más. Me encantaba que ese chico de apariencia tan dócil manejase mi cuerpo de esa manera, me dominase de esa forma. Me relamí los labios una vez más, esta vez abriendo los ojos, brillando, clamándole para que continuase con aquello.

Sonreí de lado al escuchar como gemía, quitando los dedos. Su mirada me decía que continuara y con gusto lo haría.
Me posicioné mejor entre sus piernas, rozando mi miembro con su entrada una vez más. Lo observé con ternura ante la imagen que me dejaba apreciar. Lentamente empecé a entrar en él, acercándome para besar sus labios, buscado que aquella experiencia fuera lo menos dolorosa posible.

Cerré los ojos con fuerza, no pudiendo evitar el arqueamiento de la espalda y tampoco el hecho de llevar la cabeza hacia atrás. Separé un poco más las piernas, dándole más comodidad mientras besaba aquellos labios que hervían.
Mis dedos se convirtieron en garras, aferrando, si es que podía, las manos al alfombrado, dejando que Vladimir dominase todo. Otro gemido se sumó a la lista aflorándome de la garganta sin obstáculos.
Dolía, pero lo encontraba fascinante. Hice movimientos de vaivén con las caderas, queriendo causarle placer a quien estaba adentrándose

Gemí por lo bajo mientras más me adentraba en mi rey, observando cada uno de sus movimientos mientras seguía penetrándolo.
Finalmente entré por completo, sintiendo el vaivén de Lawrence que parecía clamarme por más. Tomé sus caderas con firmeza y comencé a embestirle, suavemente para no provocarle ningún daño. Me incliné para besar otra vez sus labios, aprisionándolos contras los míos.

Entreabrí los labios dejando escapar suspiros. El aliento cálido golpeaba contra el rostro de Vladimir, que solía acercarse una y otra vez para besarme.
Cuando entró por completo exhalé la cantidad de aire que se me agolpaba en los pulmones acompañado de un sonido de placer puro. Aumentaba la velocidad del movimiento, sin pudor a que doliese. Es más, esa mezcla de dolor y placer era una delicia a mi gusto, más aún cuando le oía gemir.
-Vamos... sólo hazlo como desees, no... no temas lastimarme... -gesticulaba con el aliento que me sobraba le los jadeos por las embestidas.

Mis embestidas continuaban constantes hasta que le escuché, le observé unos segundos, besé sus labios con devosión y le embestí con fuerza, liberando parte del deseo que me carcomía.
Volví a embestirle igual, mordiendo ahora su cuello con algo de fuerza. Yo tenía el control, y aprovecharía para usarlo. Nuevamente le embestí, mordiendo su hombro mientras mi mano se dirigía al miembro ajeno, masajeándolo y masturbándolo.

Con esas embestidas suspirar, jadear y gemir resultaba escaso. La espalda se me arqueaba por sí sola. Llevé las manos a sus caderas presionando aún más cada vez que decidía moverse de aquella manera.
Las mordidas ayudaban aún más al climax. No solía morderme así, no solía ser así de brusco. Me encantaba y me disponía a comunicárselo. Quería marcas en el cuello, en las clavículas, en donde sea que él deseara.
Pasé las manos rasguñándole la espalda cuando cesaba de embestirme. Lancé un jadeo de dolor cuando salió de mí.
Le hice cambiar de posición a mi parecer, quedando sentado sobre su pelvis y él debajo. Rozaba la cavidad con su rigor una y otra vez, excitándole más, moviendo la pelvis como era costumbre hacer.
Detuve dichos movimientos para introducirle en mí nuevamente, gimiendo al quedar su miembro oculto por completo, contrayendo las paredes a mi gusto para que la fricción sea más placentera para Vladimir.

Los rasguños en la espalda no hacían más que excitarme de sobremanera, saliendo de él y notando como nos hacía cambiar de posición, colocándose sobre mis caderas.
La forma en la que comenzó a frotarse me enloquecía, no podía creer que estuviese haciendo esto, a mi rey quien siempre se había mostrado como el dominante.
En el momento que me hizo entrar de nuevo en él arqueé la espalda, sintiendo como contraía las paredes de su interior- Oh Dios... Lawrence... -gemí tomándolo de las caderas para hacer que comenzara a saltar sobre mi miembro, embistiéndolo a su vez con cierto desespero- Te amo... -gemí nuevamente mientras una de mis manos sujetaba una de sus nalgas, apretándola como si se tratara de lo más blando del mundo.

-Yo... yo tamb... Ahh...- no terminaba de pronunciar la frase que ya se interrumpía. La posición de sus manos mejoraba la situación, haciendo caso omiso a lo quería que hiciese.
Una fuerte embestida fue la gota que derramó el vaso. Sentía un calor insufrible descender desde el pecho a mi miembro. Iba a advertirle de lo que ocurriría, pero llevaba las acciones más lento de lo que las procesaba.
Tomé una de las manos ajenas y la llevé a los labios. Lamí un par de aquellos dedos, con un ritmo que difícilmente podía controlar mientras inclinaba la cabeza hacia atrás.
El líquido escapó de mí, quedando sobre el pecho de Vladimir, acompañado de un gemido poderoso y una sonrisa de goce en el rostro. Me aseguré de inclinarme hacia él y besarle pasionalmente, brindándole un "yo también te amo" jadeante mientras aún le tenía dentro.

Sonreí de lado al escuchar la frase interrumpida, se veía tan glorioso como siempre, solo que esta vez me daba el lujo de poder observarle mientras gozaba de aquella forma.
Me dejé hacer, sintiendo la forma en la que lamía mis dedos. ¡Dios! No podía ser más perfecto.
Al momento de verle echar la cabeza hacia atrás, séntí como se corría sobre mi pecho, provocando que le embistiera con fuerza una última vez antes de correrme también.
Le observé con una sonrisa de gozo y felicidad inexplicable. Correspondí su beso de igual forma, abrazándole posesivo antes de que volviera a alejarse- ¿Te gustó? -pregunté con la voz exhausta.

Lo saqué de mí con una mueca de leve dolor. Me recosté a su lado, boca arriba, recuperando el aire. Le miré de reojo con cierta gracia.
-¿Que si me gustó? Por Dios, Vladimir, ¿alguna vez me escuchaste gritar de esa manera? -volví a cerrar los ojos, respirando profundo. Tomé mi camisa, aquella que había tirado antes de todo este asunto, y me aseguré de quitarle del pecho mi propia esencia al menor.
Un par de minutos después le miré- Vamos a mi cama, no me gusta que estés tirado en el piso -susurré y me puse de pié, con algo de molestias por lo recién ocurrido y abrí la puerta de mi habitación.
Se podía apreciar que estaba todo arreglado como esperando a que él se acueste a mi lado. Las sábanas estaban plegadas como para meterse dentro. Sobre el acolchado reposaban dos pijamas de seda, además de ropa interior, no quería que estuviese incómodo.
Comencé a vestirme, no antes de dejarle un beso en los labios y me relajé contra el respaldar de la cama.

Lo abracé cariñoso cuando se recostó a mi lado, riendo por sus palabras- Bueno, podrías haber gritado así y que no te gustara -volví a reír antes de inspirar, relajando mi respiración.
Sentí como me limpiaba, sonriendo como tonto ante las acciones de mi rey. Era tan cariñoso y atento conmigo.
Al escucharle le miré, asintiendo- Vamos... Estaremos más cómodos... -sonreí tranquilo mientras me levantaba, notando como se le dificultaba el caminar.
Al entrar en el cuarto observé como todo estaba acomodado. Sonreí y le abracé por la espalda, besando su hombro antes de colocándome delante de él- Lawrence... Sabes que no hace falta que hagas todo esto... Puedo dormir desnudo... -sonreí suavemente antes de ver como se vestía y recostaba contra el respaldar de la cama.

-Puedes, pero no lo harás- le susurré sonriendo de lado- vístete tonto, o morirás de frío- nuestras pieles comenzaban a perder el calor, no iba a arriesgarme a que él enfermase por mi culpa. Cuando ya traía el pijama sobre su cuerpo, rasguñé las sábanas con la diestra mientras le miraba fijo, indicándole que deseaba que se acostase allí a mi lado.
-Además creo que si siento continuamente tu piel enloqueceré -musité abriéndole los brazos para abrazarle con ternura pura, acomodando una almohada para que el respaldar no me molestase al estar allí

Suspiré al oírle, comenzando a vestirme. Una vez listo observé como rasguñaba las sábanas. Sonreí por la forma en la que me reclamaba a su lado y me recosté a su lado, correspondiendo su abrazo de igual forma y riendo por sus palabras- Puede ser... Yo enloquecería con tu contacto... -besé sus labios y me acurruqué a su lado- Te amo mi rey... -susurré aferrándome todo lo que pude a él.

Deslizaba las manos a lo largo de su espalda, acariciándole con suavidad. Esa manera suya de besar me arrancaba suspiros sin siquiera pensarlo, tenía una debilidad por ellos- Yo te amo a ti, Vlad...-comenzaba a considerar que llamarle por su nombre completo quizá sería distante, al menos más que utilizar un apodo o algo así. Me sentía algo tonto.
-Es tan suave...-mascullé mientras seguía acariciándole ahora la cintura- todo tú eres tan lindo... -volví a dejarle un beso plantado en los labios ajenos, seguido de otro y otro más con algo de gracia. Besos cortísimos uno detrás de otro.
Me acurruqué de igual forma, acomodando el torso para que le sea más cómodo, hundiendo con suavidad los dedos en sus cabellos.
-Algún día te secuestraré y no saldrás de aquí... serás todo mío, así como soy todo tuyo cada día que pasa, ¿me oíste? -a continuación simplemente reí, me relajaba tanto con su compañía.