-Hubieses leído como un niño bueno... -me relamí clavando
los ojos en él. Un calor creciente me invadía el cuerpo. Lo imité, masajeando
ahora mi entrepierna con fervor. Llevé la cabeza hacia atrás por el placer y me
deslicé contra la biblioteca, sentándome en el piso alfombrado, apoyando la
espalda en el mueble mientras seguía con el accionar.
Quería ver quién resistiría más
Al ver como se relamía, escuchando sus palabras y echando mi
cabeza hacia atrás por mis propias acciones. Pude ver cómo se deslizaba hasta
quedar en el suelo de la alfombra. Sin más me levanté, sentándome en el medio
de sus piernas pero sin provocar ningún contacto entre nosotros, clavando mi
mirada en él mientras un gemido escapaba de mis labios, intensificando un poco
más los mivimientos de mi mano- L-Lawrence... E-En verdad... Necesito...
Ayuda... -gemí arqueando un poco mi espalda.
Puse las manos a los costados de los muslos propios. Acerqué
el rostro como había hecho antes, rozando sus labios, pero sin tocarlo con las
demás partes del cuerpo.
-Entonces... -le miré con intensidad en mis ojos azules-
¿Por qué no lo consigues? ¿Por qué no me... -sonreí amplio como el mismo
cheshire haría, mostrando los dientes y arqueando una de las cejas- ...sometes?
Sentí como se acercaba y rozaba sus labios con los míos,
escuchando su propuesta. Estaba algo sorprendido de que sugiriera eso pero no
me negué en lo más mínimo. Terminé con la cercanía entre ambos, besando con
desespero sus labios mientras mi mano viajaba hacia el miembro ajeno, quitando
la mano de mi rey para masturbarle. Mordí su labio y sonreí- Lawrence...
¿Quieres que te someta? -pregunté haciendo que girara para que se recostara
sobre el suelo- Jamás lo hubiera esperado de ti... -susurré mordiendo su
lóbulo, sin detener las acciones de mi mano.
Finalmente me posicioné entre sus piernas- ¿Sabes? Tengo
muchas ganas de hacer algo... -besé su torso y tomé mi propio mienbro para
rozar la entrada ajena, intentando que entendiera mi propuesta.
Simplemente asentí. Quería ver lo que podía hacer, tenía una
intriga latente en todo el cuerpo. Hundí los dedos en su cabellera, más aún
cuando comenzó a besar mi torso. Llevé con lentitud una mano a la ajena,
aquella que se encontraba en mi miembro viril, incitándole a que siguiera
mientras ayudaba con el movimiento.
A modo de respuesta, atraje con la mano libre su pelvis
hacia mí. -Nadie te detiene...- susurré mirándole, sonriendo de lado. Era
excitante la manera en que había cambiado su carácter al actual.
Dejé de masturbarle al escucharle, dejando mi miembro quieto
sobre su entrada- Primero debería prepararte... ¿No te parece? -pregunté
mientras llevaba mi mano a su boca, esperando que lamiera mis dedos. No quería
hacerle daño, por lo que haría las cosas como se debía, ya que sería la primera
vez, por lo que yo sabía, en la que mi rey estuviera en esta posición.
-Como lo desees...- susurré. Cerré los ojos y dejé los
labios relajados. Lamí uno a uno los dedos con suavidad, concentrándome en
ello, como acariciando la piel de éstos con la lengua. El fervor aumentaba, y
eso se notaba en la creciente erección que acarreaba, esperando el accionar del
otro.
Cuando sentí los dedos suficientemente húmedos sonreí,
quitándolos de su boca para dirigirlos a su entrada, introduciendo uno de
ellos. Rápidamente me dirigí a sus labios, besándolos con desespero mientras
movía mi dedo en su interior.
Una mueca de leve dolor me asomó por el rostro. Di un gemido
que fue ahogado por los besos de Vladimir, que respondí gustoso. Mordí su labio
inferior con ligereza y, con la mano aún posada en la suya que se encontraba en
mi entrepierna, le incentivé a seguir con el movimiento de arriba hacia abajo.
Pude sentir como quería que moviera mi mano sobre su
miembro, por lo que comencé a hacerlo mientras introducía un segundo dedo en su
interior, besándole aún con ese desespero de antes, buscando aplacar el dolor
que todo esto le provocaba.
A ese segundo dedo le siguió otro gemido un poco más
audible, acompañado de la excitación que sentía ya de antes y la de mi propia
entrepierna ardiendo. Se sentía algo doloroso, sin embargo quería sentirlo en
su totalidad, mi curiosidad no se aplacaría hasta que ocurra. Profundicé el
beso aún más, si es que era posible. En mi interior reía con algo de gracia por
los roles que se habían intercambiado, pero no me arrepentía en lo absoluto.
Correspondí a la forma en la que mi rey profundizaba el
beso, introduciendo un tercer dedo, moviéndolos con cuidado mientras el ritmo
de mi mano no cambiaba, manteniéndose constante para no hacerle correrse antes
de tiempo. Esta vez yo sería quien manejar la situación. Silumé una pequeña
embestida, solo para provocarle más.
Un quejido me usurpó los labios, entrecortando el beso por
esta misma razón. Lo mismo ocurrió con aquella embestida, sólo que fue un
sonido más ronco y algo más alto. Esto sólo me hacía ansiar más. Me encantaba
que ese chico de apariencia tan dócil manejase mi cuerpo de esa manera, me
dominase de esa forma. Me relamí los labios una vez más, esta vez abriendo los
ojos, brillando, clamándole para que continuase con aquello.
Sonreí de lado al escuchar como gemía, quitando los dedos.
Su mirada me decía que continuara y con gusto lo haría.
Me posicioné mejor entre sus piernas, rozando mi miembro con
su entrada una vez más. Lo observé con ternura ante la imagen que me dejaba
apreciar. Lentamente empecé a entrar en él, acercándome para besar sus labios,
buscado que aquella experiencia fuera lo menos dolorosa posible.
Cerré los ojos con fuerza, no pudiendo evitar el
arqueamiento de la espalda y tampoco el hecho de llevar la cabeza hacia atrás.
Separé un poco más las piernas, dándole más comodidad mientras besaba aquellos
labios que hervían.
Mis dedos se convirtieron en garras, aferrando, si es que
podía, las manos al alfombrado, dejando que Vladimir dominase todo. Otro gemido
se sumó a la lista aflorándome de la garganta sin obstáculos.
Dolía, pero lo encontraba fascinante. Hice movimientos de
vaivén con las caderas, queriendo causarle placer a quien estaba adentrándose
Gemí por lo bajo mientras más me adentraba en mi rey,
observando cada uno de sus movimientos mientras seguía penetrándolo.
Finalmente entré por completo, sintiendo el vaivén de
Lawrence que parecía clamarme por más. Tomé sus caderas con firmeza y comencé a
embestirle, suavemente para no provocarle ningún daño. Me incliné para besar
otra vez sus labios, aprisionándolos contras los míos.
Entreabrí los labios dejando escapar suspiros. El aliento
cálido golpeaba contra el rostro de Vladimir, que solía acercarse una y otra
vez para besarme.
Cuando entró por completo exhalé la cantidad de aire que se
me agolpaba en los pulmones acompañado de un sonido de placer puro. Aumentaba
la velocidad del movimiento, sin pudor a que doliese. Es más, esa mezcla de
dolor y placer era una delicia a mi gusto, más aún cuando le oía gemir.
-Vamos... sólo hazlo como desees, no... no temas
lastimarme... -gesticulaba con el aliento que me sobraba le los jadeos por las
embestidas.
Mis embestidas continuaban constantes hasta que le escuché,
le observé unos segundos, besé sus labios con devosión y le embestí con fuerza,
liberando parte del deseo que me carcomía.
Volví a embestirle igual, mordiendo ahora su cuello con algo
de fuerza. Yo tenía el control, y aprovecharía para usarlo. Nuevamente le
embestí, mordiendo su hombro mientras mi mano se dirigía al miembro ajeno,
masajeándolo y masturbándolo.
Con esas embestidas suspirar, jadear y gemir resultaba
escaso. La espalda se me arqueaba por sí sola. Llevé las manos a sus caderas
presionando aún más cada vez que decidía moverse de aquella manera.
Las mordidas ayudaban aún más al climax. No solía morderme
así, no solía ser así de brusco. Me encantaba y me disponía a comunicárselo.
Quería marcas en el cuello, en las clavículas, en donde sea que él deseara.
Pasé las manos rasguñándole la espalda cuando cesaba de
embestirme. Lancé un jadeo de dolor cuando salió de mí.
Le hice cambiar de posición a mi parecer, quedando sentado
sobre su pelvis y él debajo. Rozaba la cavidad con su rigor una y otra vez,
excitándole más, moviendo la pelvis como era costumbre hacer.
Detuve dichos movimientos para introducirle en mí
nuevamente, gimiendo al quedar su miembro oculto por completo, contrayendo las
paredes a mi gusto para que la fricción sea más placentera para Vladimir.
Los rasguños en la espalda no hacían más que excitarme de
sobremanera, saliendo de él y notando como nos hacía cambiar de posición,
colocándose sobre mis caderas.
La forma en la que comenzó a frotarse me enloquecía, no
podía creer que estuviese haciendo esto, a mi rey quien siempre se había
mostrado como el dominante.
En el momento que me hizo entrar de nuevo en él arqueé la
espalda, sintiendo como contraía las paredes de su interior- Oh Dios...
Lawrence... -gemí tomándolo de las caderas para hacer que comenzara a saltar
sobre mi miembro, embistiéndolo a su vez con cierto desespero- Te amo... -gemí
nuevamente mientras una de mis manos sujetaba una de sus nalgas, apretándola
como si se tratara de lo más blando del mundo.
-Yo... yo tamb... Ahh...- no terminaba de pronunciar la
frase que ya se interrumpía. La posición de sus manos mejoraba la situación,
haciendo caso omiso a lo quería que hiciese.
Una fuerte embestida fue la gota que derramó el vaso. Sentía
un calor insufrible descender desde el pecho a mi miembro. Iba a advertirle de
lo que ocurriría, pero llevaba las acciones más lento de lo que las procesaba.
Tomé una de las manos ajenas y la llevé a los labios. Lamí
un par de aquellos dedos, con un ritmo que difícilmente podía controlar
mientras inclinaba la cabeza hacia atrás.
El líquido escapó de mí, quedando sobre el pecho de
Vladimir, acompañado de un gemido poderoso y una sonrisa de goce en el rostro.
Me aseguré de inclinarme hacia él y besarle pasionalmente, brindándole un
"yo también te amo" jadeante mientras aún le tenía dentro.
Sonreí de lado al escuchar la frase interrumpida, se veía
tan glorioso como siempre, solo que esta vez me daba el lujo de poder observarle
mientras gozaba de aquella forma.
Me dejé hacer, sintiendo la forma en la que lamía mis dedos.
¡Dios! No podía ser más perfecto.
Al momento de verle echar la cabeza hacia atrás, séntí como
se corría sobre mi pecho, provocando que le embistiera con fuerza una última
vez antes de correrme también.
Le observé con una sonrisa de gozo y felicidad inexplicable.
Correspondí su beso de igual forma, abrazándole posesivo antes de que volviera
a alejarse- ¿Te gustó? -pregunté con la voz exhausta.
Lo saqué de mí con una mueca de leve dolor. Me recosté a su
lado, boca arriba, recuperando el aire. Le miré de reojo con cierta gracia.
-¿Que si me gustó? Por Dios, Vladimir, ¿alguna vez me
escuchaste gritar de esa manera? -volví a cerrar los ojos, respirando profundo.
Tomé mi camisa, aquella que había tirado antes de todo este asunto, y me
aseguré de quitarle del pecho mi propia esencia al menor.
Un par de minutos después le miré- Vamos a mi cama, no me
gusta que estés tirado en el piso -susurré y me puse de pié, con algo de
molestias por lo recién ocurrido y abrí la puerta de mi habitación.
Se podía apreciar que estaba todo arreglado como esperando a
que él se acueste a mi lado. Las sábanas estaban plegadas como para meterse
dentro. Sobre el acolchado reposaban dos pijamas de seda, además de ropa
interior, no quería que estuviese incómodo.
Comencé a vestirme, no antes de dejarle un beso en los
labios y me relajé contra el respaldar de la cama.
Lo abracé cariñoso cuando se recostó a mi lado, riendo por
sus palabras- Bueno, podrías haber gritado así y que no te gustara -volví a
reír antes de inspirar, relajando mi respiración.
Sentí como me limpiaba, sonriendo como tonto ante las
acciones de mi rey. Era tan cariñoso y atento conmigo.
Al escucharle le miré, asintiendo- Vamos... Estaremos más
cómodos... -sonreí tranquilo mientras me levantaba, notando como se le
dificultaba el caminar.
Al entrar en el cuarto observé como todo estaba acomodado.
Sonreí y le abracé por la espalda, besando su hombro antes de colocándome
delante de él- Lawrence... Sabes que no hace falta que hagas todo esto... Puedo
dormir desnudo... -sonreí suavemente antes de ver como se vestía y recostaba
contra el respaldar de la cama.
-Puedes, pero no lo harás- le susurré sonriendo de lado-
vístete tonto, o morirás de frío- nuestras pieles comenzaban a perder el calor,
no iba a arriesgarme a que él enfermase por mi culpa. Cuando ya traía el pijama
sobre su cuerpo, rasguñé las sábanas con la diestra mientras le miraba fijo,
indicándole que deseaba que se acostase allí a mi lado.
-Además creo que si siento continuamente tu piel enloqueceré
-musité abriéndole los brazos para abrazarle con ternura pura, acomodando una
almohada para que el respaldar no me molestase al estar allí
Suspiré al oírle, comenzando a vestirme. Una vez listo
observé como rasguñaba las sábanas. Sonreí por la forma en la que me reclamaba
a su lado y me recosté a su lado, correspondiendo su abrazo de igual forma y
riendo por sus palabras- Puede ser... Yo enloquecería con tu contacto... -besé
sus labios y me acurruqué a su lado- Te amo mi rey... -susurré aferrándome todo
lo que pude a él.
Deslizaba las manos a lo largo de su espalda, acariciándole
con suavidad. Esa manera suya de besar me arrancaba suspiros sin siquiera
pensarlo, tenía una debilidad por ellos- Yo te amo a ti, Vlad...-comenzaba a
considerar que llamarle por su nombre completo quizá sería distante, al menos
más que utilizar un apodo o algo así. Me sentía algo tonto.
-Es tan suave...-mascullé mientras seguía acariciándole
ahora la cintura- todo tú eres tan lindo... -volví a dejarle un beso plantado
en los labios ajenos, seguido de otro y otro más con algo de gracia. Besos
cortísimos uno detrás de otro.
Me acurruqué de igual forma, acomodando el torso para que le
sea más cómodo, hundiendo con suavidad los dedos en sus cabellos.
-Algún día te secuestraré y no saldrás de aquí... serás todo
mío, así como soy todo tuyo cada día que pasa, ¿me oíste? -a continuación
simplemente reí, me relajaba tanto con su compañía.