Capricho oculto-6

Relajé el rostro al sentir su voz. Las cejas se arquearon formando una expresión de leve tristeza o pena. Bajé la vista al suelo. ¿Qué había hecho mal? No le contesté, mantuve el silencio. Después de todo, sentía que no había una cosa que no me gustase de él.
Oculté el rostro entre su cuello y rodeé lentamente su cintura con los brazos.
-Perdón...-No supe qué hice o qué dije, pero lo pronuncié con total sinceridad. Bah, había hecho muchas cosas en contra suya, pero antes de que él se hubiese vuelto tan valioso para mí.

Pude notar cómo el silencio parecía extenderse. Estaba a punto de volver a mirarle cuando sentí la forma en la que me tomaba de la cintura. Estaba algo confundido, ¿por qué estaba haciendo esto? Cuando comprendí todo.
Mi rey creía que me había enfadado con él. Me maldije internamente antes de abrazarle con fuerza. No importaban mis estúpidos celos, solo importaba lo valioso que él era para mí, al igual que yo lo era para él- No pidas perdón... No has hecho nada malo... -susurré, aferrándome y dejando un beso en su mejilla- Te amo... -estaba más que arrepentido de haberle hecho pensar que me había enfadado.

-¿Entonces? -le miré con cierta intriga en los ojos, antes de besarle suavemente los labios.- Me asustaste... mocoso... -le abracé nuevamente- yo también te amo -dejé un beso en su frente. Ah, el ambiente volvía a tranquilizarse como antes de la interrupción de Adrien. Acaricié sus cabellos, disfrutando de esa sensación sedosa, y luego mantuve la mirada en él- Si no fuese por ti estaría rompiendo cosas en mi habitación de la impotencia... -no me cansaba nunca de besarle. Recorrí acariciando con la lengua la suya, en movimientos lentos, apasionados y seductores.-

Me acurruqué en sus brazos, sintiendo sus caricias y sonriendo por ellas. Estaba tan cómodo y feliz de esta forma y esperaba que nada lo interrumpiera esta vez- Deberías controlar tu temperamento... No te hace bien... -susurré antes de corresponder el beso, sintiendo como su lengua parecía dominarme por completo. Mi mano comenzó a recorrer su torso, dejando pequeñas caricias de por medio.

-No es algo fácil de corregir... -me le aferré con fuerza. Comencé a colar nuevamente las manos por su espalda, acariciando tal piel. Apreté los labios una y otra vez trazando un camino entre la comisura hasta su clavícula, cerrando los ojos para disfrutar aún más tal embriagadora sensación.-
¿Por qué tu piel huele tan bien? -pregunté antes de tomar su rostro entre ambas manos y plasmarle otro beso en sus labios. Desplacé los dedos hasta su cabello, despeinándolo a medida que el beso se intensificaba, suspirando cada tanto-

Un leve estremecimiento recorrió mi cuerpo al sentir como las manos ajenas exploraban una vez más mi espalda, acariciándome- L-Lawrence... -susurré como pude mientras escuchaba su pregunta. Las caricias lograban enloquecerme- N-No lo sé... -volví a susurrar, correspondiendo el beso, intensificándolo a cada segundo que pasaba. Mis manos buscaron los botones de la camisa de mi rey, comenzando a abrirla de a poco. Necesitaba sentir su piel, sentirlo a él. Lo necesitaba conmigo.

-Amo cuando tartamudeas de esa manera... -susurré a su oído. Aún mientras le besaba, desplacé nuevamente las manos pero esta vez hacia sus caderas. En un movimiento ascendente dejaba al descubierto la piel de su abdomen, haciendo que la camisa que llevaba se plegase sobre sí misma en su pecho.
Recorrí el borde de su pelvis hasta la parte posterior de ésta. Firmemente le atraje hacia mí dejando que las pieles de ambos se tocasen.
-Hmm... -comencé a besar su cuello succionando la piel de éste en el camino.

-Te diviertes... A mi costa... -susurré estremeciéndome nuevamente, sintiendo su mano recorrer mi pelvis, notando como nuestras pieles se encontraban, rozándose entre sí- A-Ah... Lawrence... -gemí por lo bajo por los besos, aferrándome a él mientras le despojaba de su camisa, dejando su torso completamente desnudo ante mí.
Mis manos viajaron a su espalda, rasguñándole con suavidad a la vez que ladeaba mi rostro para darle mayor espacio a mi rey.

- ¿A tu costa?... yo no veo que te moleste en lo absoluto... -sonreí con rasgos felinos mientras susurraba entrecortando cada tanto el beso profundo que se había producido. Mordía, sin ser brusco, su labio inferior cada vez que suspiraba y decía mi nombre. Aún seguía causándome ese cosquilleo como la primera vez que lo hizo.
Llevé la cabeza hacia atrás suspirando hondamente al sentir esos rasguños, y esto hacía evidente mi debilidad ante ellos.
Lamí sus labios y descendí, desprendiendo hábilmente cada uno de los botones con los dientes. Cuando desabroché el último, tracé lentamente un camino con la lengua desde la parte baja de su abdomen, subiendo al cuello, y terminando nuevamente en sus labios.

Desvié la mirada, sintiendo como el calor se agolpaba en mis mejillas. Sin embargo, esto no duró mucho ya que nuevos suspiros aparecían en mis cuerdas vocales, provocando que mi rey me mordiera, cosa que no me molestaba.
Empecé a sentir como desprendía mis botones, notando luego la húmeda lengua del otro. Dejé escapar un profundo suspiro en lo que subía, correspondiendo el beso y llevando mis manos ahora a su entrepierna, masajeándola sin miedo. La necesidad de que me poseyera era demasiada, lo quería solo para mí y lo quería ahora.

Me relamí los labios, ese tipo de acciones en él no eran las que me esperaba, cosa que sacó suspiros sin obstáculos- ¿Qué pasaría si... te hago esperar un poco? -susurré y mordí apenas su lóbulo. Retrocedí rápidamente y mi espalda golpeó la biblioteca, cosa que no me causó dolor alguno. Quedé acorralado entre el mueble y Vladimir. Claramente, cuando hice que eso sucediera, tenía las manos aferradas como garras a su cintura. Las moví hasta las caderas, casi obligándolo a seguir un ritmo serpenteante, frotando ambas entrepiernas. Lo atraje cada vez más. Pasé las yemas por su espalda imitándolo mientras le miraba con los ojos afilados, sedientos.

-¿E-Esperar? -pregunté algo confuso. ¿Quería hacerme esperar? No creo que sea una buena idea, sin embargo, cualquier reproche fue callado por el sonido de su espalda chocando con la biblioteca. Le observé, temeroso de que algo le hubiera pasado, sin embargo, al ver su mirada un nuevo color rojizo se apoderó de mis mejillas, provocándome calor, más aún con los movimientos de cadera que me obligaba a hacer.
Sus dedos, imitando mis propias acciones minutos atrás, eran enloquecedores, perdería el control pronto.
Arqueé suavemente la espalda, dejando que un suave gemido se apoderara de mi garganta-L-Lawrence... N-No me hagas... Esto... -pedí entre suspiros, llevando mis manos a su torso para rasguñar aquella zona.

-Shh... -le chisté por lo bajo, entreabriendo los labios muy cercanos a los de Vladimir, pero sin besarlo. Mientras tanto, sin pudor llevé las manos a los glúteos ajenos, provocando el mismo vaivén, pero con aún más contacto y fricción. Lamí a lo largo su cuello cuando le tomé de los cabellos e incliné su cabeza hacia atrás al tirar de ellos, cuidando de no lastimarlo, claramente.
-Quiero que comiences...- sabía que en algún momento perdería el control, tarde o temprano, iba a aumentar las provocaciones hasta que lo hiciese.

Quería besarle, abrazarlo, sentirlo mío como lo había sentido desde que todo esto había comenzado. El vaivén que hacía estaba enloqueciéndome, todo ese contacto, fricción y movimiento era demasiado para mi cabeza. Un suave gemido escapó nuevamente de mis labios gracias a todas las acciones de mi rey, dejándome inclinar la cabeza mientras oía sus palabras- ¿Q-Que comience? -pregunté con un notable sonrojo en mi rostro. Realmente no me esperaba aquello, ¿cómo quería que comenzara? Sabía que yo no solía hacer esas cosas.
A pesar de todo mi cordura y control iban desapareciendo poco a poco, haciendo que mis manos recorrieran todo el cuerpo de Lawrence sin pudor. No podía soportarlo, necesitaba tocarlo, sentirlo, todo.

Tomé sus manos apoderándome de ellas, guiándolas a lo largo de mi cuerpo mientras le besé. Planeaba que fuera uno de aquellos románticos, pero se había vuelto más pasional de lo normal por culpa de ambos.
-Bueno... si no comenzarás tú, entonces... -saqué un libro al azar de tal biblioteca y lo abrí en una página cualquiera, que oportunamente tenía un párrafo bastante acorde a la situación.- Leeme ésto... y léelo entero -indicándole con el índice la página. El texto decía:
"Ven ahora a tu dormitorio y a tu lecho
y juega allí suavemente con tu consorte.
Y pueda Héspero dejarte en absoluto desespero
no dispuesto hasta que permanezcas perplejo
ante el planteado Trono de Hera."
Mientras el menor comenzaba, vergonzoso al leerlo, besé su cuello con desespero, mordiendo éste cada tanto. Desplacé la diestra hasta sus pantalones, desprendiéndolos. Colé la mano por debajo de su ropa interior y masajeaba, cada vez con más dedicación, el miembro del menor que comenzaba a tomar rigor. Con la zurda, pasaba los dedos rozándolos por la espalda,causando aún más escalofríos.-

Me dejé hacer, suspirando entre besos, el cual se volví cada vez más intenso. Al escucharle lo observé confundido, tomando el libro para leer primero para mí lo que aquellas lineas decían. Perplejo lo miré antes de volver a ver el libro, comenzando a leer con cierta vergüenza en mi voz. Sin embargo, cualquier intento de continuar fue aplacado por el beso que mi rey le brindaba a mi cuello. Un sspiro escapó de mis labios, convirtiéndose en gemido cuando comenzó a masajear mi miembro. Todas sus acciones no hacía más que enloquecerme- L-Lawrence... N-No puedo... Leer... -gemí como pude, arqueando suavemente la espalda. Mi cuerpo ya no respondía a mis órdenes, estaba completamente a merced de mi rey, cosa que no me molestaba en lo más mínimo.

-hmm...- volví el mirar a sus ojos entrecerrados por mi culpa- si no puedes leerlos, Vladimir, te castigaré... y tú solo arreglarás éste desastre -sonreí felino, sostuve con fuerza su miembro dándole a entender que me refería a 'ése desastre'.
-Vamos, quiero oír tu voz... -volví al accionar, frotando aquella zona con la diestra; besando, paseando la lengua tibia por su cuello y clavículas; acariciando su espalda con suavidad con la mano izquierda.

Al escucharle abrí los ojos- ¿C-Castigarme? -pregunté antes de gemir de nuevo por la forma en la que sostenía mi miembro. Ladeé el rostro para darle mayor espacio, estremeciéndome por sus caricias mientras continuaba, o intentaba continuar, mi lectura, llegando al final de la segunda línea. La mano que sostenía el libro lo hacía con fuerza mientras la otra rasguñaba el torso de mi rey.
Volví a gemir antes de terminar de leer la tercera línea- L-Lawrence... ¿D-Debo.... Terminar... De leerlo? -pregunté entre suspiros y gemidos.

-Sólo dos líneas más... -susurré sonriendo en su cuello. Me encantaba la forma en que interrumpía su voz con esos gemidos que me llenaban de calor el cuerpo.
Me deshice de las camisas de ambos, arrojándolas como trapos al escritorio. Descendí los labios hasta uno de sus pezones, relamiendo el borde de éste mientras rozaba el otro con las yemas de los dedos.
Reí con la voz profunda cuando llegué al borde de su ropa interior. Relenticé el frotamiento y dejé al descubierto su rigor. Lancé un par de lamidas lentas para luego acariciar la punta del miembro con los labios en conjunto, succionando de a poco.

Me dejé hacer mientras inspiraba profundamente, intenando mantener mi cordura. Definitivamente le haría pagar por esto. Continué leyendo cuando mi voz se vió interrumpida por un gemido que fue provocado gracias a la forma en la que relamía el borde de mi pezón. Giré la cabeza, mordiéndome el labio inferior, tratando de controlarme.
Reanudé mi lectura, llegando al final de la cuarta línea cuando escuché su risa. Volví a verle, notando y sintiendo como lamía mi miembro. Arqueé notablemente la espalda ante tales acciones, siéndome casi imposible el continuar- L-Lawrence! N-No pues... Conti...nuar.... -gemí mordiéndome el labio con fuerza.

-Son unas pocas palabras... -dije mientras abrí los ojos para mantener el contacto visual y sonreír con malicia.- Si no puedes ya sabes qué pasará -le guiñé un ojo para cerrar los párpados nuevamente, concentrándome aún más con la felación lenta, de aquella manera que tanto le fascinaba a Vladimir. Cuando decidí que era suficiente, subí otra vez. Mordí con suavidad su lóbulo y prácticamente gemí a propósito en su oído, una y otra vez, repitiendo su nombre suspirando de la manera que hacía cuando teníamos relaciones.

Arqueé nuevamente la espalda por la felación lenta que mi rey estaba haciendo, gimiendo y suspirando. Luego, cuando subió y mordió mi lóbulo perdí la cordura por completo, esos gemidos eran demasiado.
En un rápido movimiento aprisioné sus labios en un apasionado beso. No me importaba si me "castigaba" luego, ya no soportaba más, lo necesitaba ahora conmigo y no esperaría más por ello.
Mordí su labio mientras dejaba el libro a un lado, llevando esa mano hacia el miembro ajeno para comenzar a masajearlo con ganas, abriendo su pantalón e introduciendo mi mano dentro.

Sonreí cuando me besó, claramente respondiendo a él y profundizándolo- eres... eres un tonto, Vladimir... -cerré los ojos suspirando, levantando un poco el mentón por su toque hábil.
-¿No entendiste el castigo, verdad? -pronuncié rozando mis labios con los suyos cuando hablaba- tan solo te faltaba una línea... -
Me alejé con rapidez, mirándolo mientras me mordía el labio inferior, cruzado de brazos- Tu castigo es terminar de satisfacerte... -volví a sonreír- tú solo. -le guiñé un ojo- pensé que te había quedado claro... -estaba siendo cruel, estaba provocándolo. Quería ver si era capaz de hacerme caso o si me sometería a hacer lo que él quisiese.

Moví mis labios mientras él hablaba, rozando los propios con los ajenos. Al ver que se alejaba le observé confundido. Definitivamente no podía controlarme, sin embargo al escucharle logré volver un poco en mí, mirándole con sorpresa. Rebusqué en mi memoria sus palabras, cayendo en la cuenta del por qué de aquella situación. Suspiré con frustración, mirándole mientras me mordía el labio inferior- ¿Sabes? Te ves demasiado sexy... -me recosté sobre el sillón, observándole antes de morderme nuevamente- ¿No me ayudarás? -pregunté con suavidad mientras dejaba que mis dedos recorrieran mi torso, bajando lentamente hasta mi propio miembro, el cual comencé a tocar y masturbar, apreciando a mi rey en todo momento- L-Lawrence... N-Necesito ayuda.... -gemí por lo bajo, mordiéndome por tercera vez el labio.

Capricho oculto-5

Había terminado mis mandados del día. Llevaba aún la capa real a rastras, paseándola por los pasillos principales. Sinceramente, no pensé que iba a ser tan tedioso, pero lo era. Los primeros días del reinado eran los peores y estaba experimentándolo.
Pasaron algunos días de que no veía a Vladimir, por lo que me dirigí sin pensarlo demasiado a la cocina, pero no lo vi allí. Sólo habían unas pocas mujeres como siempre, y "noona" hablando con ellas de sandeces.
Le dije con la voz firme que si lo veía, le avisase que se presente a mi despacho. "Lo extraño, díselo" le susurré al oído y ella sonrió con esa mueca de picardía.
Estuve a punto de preguntarle al escriba si había visto a mi tío cuando reí a carcajadas. Supongo que le vería en el infierno.
Atravesé las puertas de nogal y me quité las ropas de gala para vestirme con los pijamas de seda. Comencé a buscar en el escritorio los libros que debía leer, como si de una tarea escolar se tratase, cuando oí el chillido de la bisagra resonar.

Suspiré frustrado mientras me dirigía hacia la cocina de nuevo. Desde que me habían visto pasearme con Lawrence por el pasillo todos me trataban diferente, a excepción claro de la noona. Me había mandado a tirar varias bolsas de basura. Así había sido estos días, manteniéndome ocupado para que no pueda hacer nada. Todo parecía una pesadilla, sin embargo cuando recordaba a causa de quién los demás se habían puesto así mis quejas se veían disipadas.
Finalmente volví a la cocina, viendo a la mayor que le llamaba para decirle algo. Las palabras dichas por ella no podrían haber sido mejores en este momento. Fueron como caídas del cielo. "También dijo que te extraña" me susurró al oído, y sin más me lancé fuera de la cocina, con una sonrisa plantada en el rostro, a pesar de ello esta fue borrada al sentir cómo me tiraban contra la pared. Mis movimientos se vieron bloqueados, por lo que me limité a observar a mi captor. Era uno de los soldados, no, era un sargento o algo por el estilo. "Mira a quién me vengo a encontrar" sus palabras eran filosas y venenosas pero solo e quedé viéndolo. "¿Eres la nueva zorra del rey?" preguntó sin vergüenza alguna. Desvié la mirada, negándome a responderle y a seguir con esta conversación- Déjame ir... El rey me llama... -dije firme aunque sin mirarle. Una carcajada se escuchó en el pasillo. Volví a verle sorprendido. "El rey te llama... Ve a acostarte con él zorrita... Ya nos veremos" y sin más se retiró del lugar, dejándome solo en el pasillo.
Le observé irse, clavándole la mirada en la espalda hasta que no le vi más. Suspiré y volví a caminar, dirigiéndome hacia la habitación de mi rey. Una vez que llegué iba a golpear la puerta, pero recordé que no le gustaba que lo tratara formalmente, así que simplemente entré, escuchando como las bisagras resonaban. Una vez que cerré la puerta me lancé a sus brazos. Le había extrañado demasiado- Lawrence... -susurré por lo bajo antes de besar su mejilla.

Sonreí con satisfacción- ¿Me extrañaste, Vladimir? -le correspondí con un beso suave en los labios y empujé la puerta hasta cerrarla. Le abracé desde atrás, por la cintura, y oculté el rostro en su cuello.
-¿Tienes frío? -pregunté. Los días estaban empezando a refrescar y más con el sol ocultándose en el momento crepuscular, sin embargo la ventana del despacho estaba abierta, dejando danzar las cortinas.
Acaricié con los labios su piel, añoraba su aroma. Incluso unos pocos días me parecían demasiado, y esperaba de cierta manera que a él también.
-Me siento una madre con tantas preguntas... -Dije, relajado. El estrés estaba pesándome en los hombros, y lo mejor que hubiese podido hacer es encontrarme con Vladimir nuevamente.

Asentí a su pregunta, sintiendo cómo me abrazaba por detrás. Ahora negué, a pesar de que el frío se hacía presente, si estaba con Lawrence no me importaba nada. Podría haber una ventisca y mientras permaneciera junto a mi rey nada importaba. Suspiré sonriendo por sus acciones. Se sentía tan bien el tenerlo de nuevo conmigo.
Reí por sus palabras, dándome la vuelta para poder verle- ¿Madre? Ya la tengo a la noona como madre... No quiero otra madre más -besé sus labios suavemente mientras le abrazaba por el cuello- ¿Cómo has estado? ¿Mucho trabajo? -pregunté por lo bajo, enterrando mi rostro en su cuello. No quería que viera mi rostro, seguramente me delataría solo. La situación de recién no era algo para pasar por alto.

Asentí con pesadez y arrastré a Vladimir conmigo hacia el sillón, haciendo que se recostara sobre mi pecho.
-No tienes idea... no tengo ganas de ser rey... -suspiré encaprichado como un niño acurrucándome un poco a él.
-¿Y tú? Dime que los demás no siguen molestándote... o me aseguraré de que se comporten bien... -lo dije con una voz serena, pero iba en serio, y el podía saberlo.
-Algún día me cansaré y me fugaré contigo y noona a algún lugar recóndito donde nadie nos moleste, lo juro.- Acababa de recordar a las cortesanas que se habían infiltrado hacía un par de noches al castillo, diciendo que alguien las había enviado. Ya estaba harto de esas bromas estúpidas, no necesitaba una prostituta para satisfacer las necesidades de un noble, pero parecía que algún estúpido no había entendido eso aún.
-¿Te dije ya que te extrañé? Te extrañé. -y no me cansaría nunca de repetírselo.

Me dejé llevar, recostándome sobre su pecho. Me sentía tan protegido cuando me abrazaba de esa forma.
Al escucharle levanté la cabeza, mirándole con curiosidad- Pero si haces un buen trabajo como rey... -comenté antes de que sus nuevas palabras llegaran a mis oídos. Bajé la mirada y negué suavemente- No quiero que hagas nada... Además no es nada -sonreí para mirarle unos momentos- Ni que me hicieran trabajar el doble -reí con suavidad.
Sonreí tontamente antes de abrazarle con fuerza- No sabes lo que me alegra que digas eso... -susurré enterrando mi rostro en su cuello, sonriendo de nuevo- Yo también te extrañe... Mucho... -me alejé un poco y besé sus labios- Te amo... -la escena que recién había vivido volvió a mi cabeza, así que volví a ocultar mi rostro en su cuello.

-No lo sé, no me gusta gobernar... -me acomodé acariciando sus cabellos dorados con suavidad.
-Estás seguro? Te veo extraño... -decidí callar, quizá iba a empeorar su situación y ese no era el punto. Quería que lo olvidase, quería lo mejor sólo para él.
Largué un suspiro cuando me besó. Añoraba que me besase.
-Yo... también te amo- esa palabra era tan fuerte y era la primera vez que la susurraba. Sellé los labios de ambos suavemente y dejé que se recostara sobre mi cuello. Cerré los ojos mientras seguía acariciando su cabello, y con la otra mano, la piel de su espalda. Parecía que comenzaba a dormitar cuando se sintió un golpeteo en las puertas de la oficina. Abrí los ojos, miré hacia esa dirección y decidí ignorarlo. -Shh... -dirigiéndome a Vladimir, besándolo con serenidad nuevamente mientras sonreía.

Sonreí suavemente al ver como se preocupaba por mí, ¿en verdad era tan obvio? Preferí dejar aquel pensamiento y todo lo relacionado de lado. En ese momento estaba con mi rey, nada podría arruinar aquello.
Escuché sus palabras, realmente sorprendido de que al fin me hubiese respondido de esa forma. Una enorme sonrisa invadió mi rostro, no podía contenerme. Le abracé con fuerza mientras mi cabeza descansaba en su cuello.
Estaba a punto de quedarme dormido cuando los golpes de la puerta me sobresaltaron, haciendo que me alejara un poco de mi amado. Sin embargo, al escucharle asentí levemente, recostándome de nuevo en la misma posición- Lawrence... Puede ser importante... -susurré para que fuera a ver qué ocurría. No quería que le regañaran ni nada por el estilo por estar conmigo.

-¿Importante? ¿Quién demonios me diría algo importante a esta hora? -refunfuñé en voz baja. Realmente no quería nadie que interrumpiera. Quería quedarme en esa posición, sintiendo su calor sobre mí.-
Está bien... -suspiré y esperé a que Vladimir se sentase nuevamente en el sillón para así yo poder dirigirme a la puerta. Tras otros golpeteos bufé- ¡ya voy, maldita sea! -Abrí la puerta con el ceño fruncido y relajé el rostro cuando vi de quién se trataba, mas no le dejé pasar ni tampoco ver el interior del despacho- Ah, eres tú... -emití un bostezo y me cubrí la boca- ¿Qué quieres, Adrien? La gente duerme a esta hora, tarado.

Reí un poco al escuchar cómo refunfuñaba, sentándome cuando escuché que abriría la puerta.
Me quedé en el sillón, observando lo que hacía y escuchando un poco las palabras emitidas por mi rey- ¿Adrien? -susurré mientras en mi cabeza rebuscaba ese nombre, intentando unirlo a algún rostro. Conocía a muchas personas en el castillo y más de una vez solía confundir los nombres.
Por más que pensé y pensé, nada vino a mi cabeza, por lo que resignado me relajé sobre el sofá, intentando distinguir la voz de este tal Adrien. Solo por mera curiosidad.

"Nada importante, sólo venía a entregarte ésto de parte de mi hermano Charles." -pronunció y me entregó uno de los libros que buscaba antes de que Vladimir llegase. Era extraño, estaba seguro de que estaba en mi escritorio. "Además, hacía mucho que no te molestaba" Rió y me abofeteó levemente en forma de broma
-Ya, ya. Otro día me molestarás, necesito dormir. Y dile a Charles que deje de ser tan autoritario y estúpido, está empezando a irritarme, más aún con eso de las prostitutas que dejó entrar. Que sea un sargento no significa que pueda hacer lo que le plazca.-
Dicho esto, me despeinó los cabellos a modo de despedida y se retiró con su paso amable por los pasillos. Cerré la puerta detrás de mí, me apoyé en ella unos segundos y suspiré, para luego dirigirme al escritorio y dejar el libro allí.

Jugueteaba con mis ropas, observando al otro de vez en cuando. No pude evitar sentir cierta molestia en el pecho por la forma en la que ese Adrien trataba a mi rey. ¿Quién se creía?
Resoplé levemente cuando escuché las palabras de Lawrence, sorprendiéndome un poco por las mismas. Pensé que ya no recibiría prostitutas ya que su tío estaba muerto pero se ve que me había equivocado.
Al sentir el cierre de la puerta volví mi vista hacia él, viendo como dejaba el libro sobre el escritorio- ¿Quién era? -pregunté, intentando disimular mi molestia hacia el muchacho que les había interrumpido minutos atrás.

-¿Eh? -le miré con cierta curiosidad y me senté en el apoyabrazos del sillón, al lado de Vladimir.
 -Un amigo de hace años... ¿Por qué? ¿No lo conoces? -le pregunté. Todo el mundo reconocía a Adrien por su bondad, un rasgo que a su hermano no le sobraría tener.
Volví a acariciar sus cabellos, esperando que no volviesen a interrumpir otra vez.

-Mm... -desvié un poco la mirada al recordar finalmente a quién se refería. Sabía que era un muchacho muy amable, pero esa molestia aún estaba. ¿Celos? Negó mentalmente, nunca había sentido celos de nada, aunque tampoco había tenido ningún motivo por el cual tenerlos.
 Mi mirada se vio perdida por unos momentos, procesando un poco todo aquello. Ese malhumor que quería salir a la luz estaba relacionado claramente con la molestia de hace un momento, pero no me descargaría con mi rey, claro que no- ¿De hace años? Pues... No tengo buena memoria... -comenté aún sin mirarle y con la voz algo fría. Genial, mi malhumor afloró, esto no podría ser mejor...

Asentí, pero su tono de voz me intrigó de sobremanera. No titubeé en tomarle del mentón y obligarle a verme.- ¿Qué? -Bajé el rostro mirándole más de abajo. Se veía tan raro, no se había mostrado así ante mí antes.
-No me gusta tu voz. -Musité en voz alta, no iba a callarme. ¿Por qué su humor cambiaba tanto? Me preocupaba.

Sentí cómo me tomaba del mentón, dejándome hacer le observé, escuchando sus palabras- ¿Qué es lo que no te gusta? -pregunté aún algo distante. Odiaba hablarle así pero no podía evitarlo, la molestia, el malhumor, ese Adrien, todo parecía ponerme de malas.
Desvié la mirada aunque no el rostro, mordiéndome un poco el labio por empezar a comprender qué era lo que me mantenía así. "Malditos celos" pensaba internamente, un poco resignado por la situación.

Un velada interesante

Bueno, aquí tengo uno de mis fanfics de Vampire Knight~! A ver qué les parece :D 
Ya veré si en algún momento lo hago más largo


 Era viernes, finalmente había llegado, y nada podía ser mejor que salir a beber algo y relajarse. Zero se encontraba en el bar al que siempre iba cuando una agradable canción comenzó a sonar en el lugar, sin embargo, no reconocía el idioma- Oi… Sakura, ¿en qué están cantando? –preguntó a su amiga que se encontraba detrás de la barra.
-En coreano, la canción se llama “A day” –respondió son una sonrisa mientras secaba los vasos. Un cliente pidió un trago, así que se despidió con la mano del mayor, dirigiéndose a atender.
Por otro lado, Zero bebía su trago –gratis- en total tranquilidad, terminándolo con rapidez. Antes de que pudiera levantarse para despedirse de la menor, esta le deslizó otro trago por la mesa. Confundido observó la bebida y luego a Sakura, quien le guiñó un ojo, señalando al final de la barra. Allí había una persona que logró captar su atención. Cabello castaño, ojos profundos y una sonrisa que desmayaría a cualquiera.
“¡Un segundo!” pensó mientras procesaba todo. Parecía que ese muchacho bien parecido le había regalado el trago, quedaba en sus manos aceptarlo o no. Desvió la mirada unos segundos, considerando aquello. Era muy atractivo, no iba a negarlo, y si había hecho eso quería decir que podría tener una oportunidad. Pero, ¿qué ocurría si era cosa de una noche? Zero no era una zorra como para entregarse tan fácil, por más guapo que fuera el otro.
Mientras todo esto pasaba por la mente del peliplateado, Kaname lo apreciaba con total intriga y diversión. Parecía como si estuviese tomando la decisión de su vida. Con una sonrisa se levantó de su silla, acercándose donde se encontraba el menor- ¿Difícil decisión? –preguntó conteniendo un poco su risa por el sobresalto del otro antes de volver la vista hacia él.
Los pensamientos de Zero no dejaban de funcionar hasta que escuchó que alguien le hablaba, sobresaltándose de sobremanera y observando a su interlocutor. Abrió muy grande los ojos al ver que era el que minutos atrás se encontraba al final de la barra. Clavó sus ojos en las diferentes botellas que había al otro lado de la misma, ocultando como podía su sonrojo por haber sido sorprendido. Parecía que el otro se divertía a su costa- No suelo aceptar tragos de extraños –dijo con voz calmada sin verlo.
El mayor no pudo reprimir su sonrisa, puede que el peliplateado fuera mucho más interesante de lo que pensaba-Entonces déjame presentarme, así ya no seré un extraño, ¿te parece bien? –preguntó con su suave sonrisa en los labios, y al no recibir respuesta empezó pronunciando su nombre- Soy Kaname, Kuran Kaname
Seguía con su vista en las botellas hasta que escuchó su nombre, observándole de reojo- Mi nombre es Zero –dijo sin más, regresando su visión a las botellas. Estaba algo incómodo, pero agradecía de que el mayor no fuera de los que quieren todo en el instante que lo piden, en cierta forma parecía que Kaname lo respetaba y eso le quitaba un peso de encima
Sonrió satisfecho al escuchar que también se presentaba, asintiendo a su nombre sin despegar sus ojos del otro
Lentamente comenzaron a hablar, logrando que Zero confiara un poco más en él, aunque aún no había bebido el trago que antes le habían alcanzado.
Las horas pasaron, las risas se hicieron presentes entre ambos, logrando pequeños empujones tanto del menor como del mayor hacia el contrario.
Llegó el momento de ver su reloj para el peliplateado, abriendo los ojos por la hora- Oh… Se me ha hecho tarde… Ichirou va a matarme… -se quejaba mientras tomaba su móvil de sobre la mesa.
-¿Ichirou? –preguntó con curiosidad, observando cómo tomaba todas sus cosas
-Hai, mi hermano –respondió. Estaba a punto de irse pero miró al mayor antes de hacer nada- Fue una velada divertida –comentó con una media sonrisa antes de beber el dichosos trago- Espero se repita –y sin más salió del lugar, dirigiéndose a su casa.
-Así será –respondió en lo que le veía irse. Esa noche había salido mejor de lo esperado y su intriga por el menor había aumentado considerablemente- Con que Zero… -susurró mientras pagaba la cuenta y salía también de allí.

Capricho oculto-4


Inmediatamente correspondí a su abrazo sonriendo a mis adentros. Frotaba su espalda con la zurda y con el brazo libre lo rodeé. Podía estar minutos allí conteniéndolo. La situación daba algo de gracia debido a que ahora quien cuidaba al otro era yo. Y obviamente, no podía hacer menos que eso ni iba a permitírmelo.
-Nadie volverá a tocarte -le aseguré con los párpados cerrados. Supuse que 'noona', como él le llamaba, nunca había mencionado una palabra de estos arranques, y estaba en lo correcto al no hacerlo.
-Vamos- musité casi imperceptiblemente. La fuerza concentrada en las extremidades a causa de la adrenalina seguía allí por lo que, cuando lo tomé en mis brazos, sentía que su peso era igual al de una pluma. Como pude acomodé las sábanas y las almohadas que estaban desparramadas por doquier. Le coloqué con suavidad sobre el colchón y lo cubrí con los acolchados. Automáticamente me le acurruqué al lado. Sé que ninguno de los dos dormiría, pero era mejor que estar en el suelo y definitivamente más cálido.

Suspiré algo más relajado al sentir cómo me acariciaba. Sus palabras me reconfortaban, al igual que sus acciones.
Me dejé hacer, sintiendo una vez más las telas de las sábanas bajo mi espalda. Al ver cómo se acurrucaba a mi lado hice lo mismo, acercándome cuanto podía a él.
Me sentía algo inseguro aún pero en cuanto abría los ojos y lo veía a mi lado esos sentimientos desaparecían. Sabía lo que acababa de ocurrir pero no podía evitar sentirme seguro con él aunque antes hubiese sentido miedo.
-Mi rey... -susurré acurrucándome una vez más hacia él. No quería pensar en nada, solamente quería saber que estábamos nosotros dos y nadie más, tal como deberíamos haber estado desde siempre.

Lo que hice, además de protegerlo, fue para abrirle los ojos un poco. Demostrarle que el verdadero tirano era el que se mostraba como un cordero; que mi actitud tenía un por qué y un origen. Que quien en todos confiaban no era nada menos que un estafador, uno que aparentaba bondad pura. Uno que ocultaba bajo la alfombra las debilidades y carencias del reino, mientras el que llevaba la máscara de diablo mezquinaba los lujos de la nobleza como un Robin Hood, oculto bajo la vestimenta de un malcriado.
-¿Qué ocurre?- pregunté algo desorientado al despejar lo que me rondaba por la cabeza. Lo abracé con más intensidad disminuyendo el escaso espacio entre nosotros.
Sabía que mostrarme tal cual era ante él no sería un problema. Callaría o mentiría descaradamente ante cualquier pregunta tosca de las sirvientas chismosas que contraté. De todas maneras, su opinión sobre mí sería totalmente confusa y ensortijada, siquiera yo podría tener clara mi personalidad, pero qué más da.
-¿Te sientes cómodo aquí?- indudablemente, no era el mejor sitio donde descansar. Había comida secándose en el suelo alfombrado, los vidrios amenazaban con lastimar a cualquiera que pasase por allí cerca y obviamente se sentían los escalofríos de Vladimir a causa de las brisas que atravesaban la tela de las cortinas.

Volví a acurrucarme en sus brazos, buscando su protección. Aún estaba intentando procesar todo, es decir, primero el rey, mi rey, se había abierto conmigo, habíamos hecho el amor, me había permitido entrar en su vida de una forma que yo creía imposible, había descubierto la verdadera faceta de su tío, le había visto tirarlo por la ventana... Demasiadas cosas en pocas horas....
Finalmente volví en mí, escuchando su pregunta antes de observar todo a mi alrededor. El lugar era un asco a decir verdad y no me provocaba otra cosa más que querer correr lejos pero al volver a ver a mi rey esas sensaciones desaparecían. Simplemente con verle ya podría estar en un basural y a mí no me molestaría. Sin embargo sabía que el lugar no era agradable, en especial luego de la situación que acabábamos de presenciar.
Lo miré a los ojos antes de pronunciar con la voz algo temblorosa aún- V-Vamos a otro sitio... Esto es un desastre ya... -susurré como pude, recostando mi cabeza sobre su pecho.

Lo sé, me siento un cerdo. -Le susurré con una risa leve. Estuve momentos recostado al lado suyo, abrazándolo, fingiendo que no se me ocurría un sitio sólo para quedarme a su lado un momento más. Cuando al fin me puse de pie, me dirigí al armario. No era un mueble rectangular, sino una habitación algo más pequeña que se comunicaba a través de una puerta con cerradura. Entré allí y observé la infinidad de prendas. Tomé rápidamente lo que más apropiado me parecía y volví con él. Tendí sobre la cama una camisa de seda negra sobre una chaqueta de terciopelo borgoña, pantalones y zapatos italianos dejándolos a disposición de Vladimir.
-Esto es tuyo ahora. -Pronuncié decidido, esperando que dichas prendas le calzaran a la perfección. Las mías eran de telas blancas livianas, dándome una apariencia bohemia y distinta a la que solía vestir.
-Vayámonos de aquí, ¿quieres?- dije luego de quedarme unos segundos observando lo majestuoso que se veía, así debía ser, así debía verse siempre.
Lo guié atravesando los pasillos, ignorando las miradas curiosas de los criados. Subimos un par de escaleras y al fin llegué a tal puerta. Podría llamarle despacho, oficina, biblioteca. Sólo tres personas tenían el derecho de entrar allí. Era un cuarto amplio y lujoso como el resto del castillo, adornado con muebles de nogal y libros antiguos que reposaban en el escritorio. Aún así, el beneficio que me brindaba era otra habitación conectada con ese despacho. Allí, instantes después de haber cruzado tal puerta, caí como peso muerto sobre una cama igual de cómoda y amplia que la otra. Almohadones mullidos y acolchados con el mismo aroma, mi perfume y esencia.
Abrí los brazos esperando a que se me acurruque como lo había hecho. Juro que no podía dejar de mirarlo como un imbécil embobado; su piel resaltaba aún más conjunto a su belleza. Era simplemente perfecto.

Reí levemente al escucharle, notando como pensaba en algún sitio. Yo, mientras, me aferraba en cierta forma a él hasta que finalmente se levantó. Me senté en la cama, observando cómo se dirigía a su armario. Cuando regresó realmente me tomó por sorpresa, estaba buscando mi ropa cuando vi que dejó unas prendas color negro sobre la cama. Al escuchar sus palabras levanté la cabeza, anonadado por el hecho de que me regalara la ropa.
Iba a reprochar pero su tono me decía que no aceptaría un no como respuesta. Me vestí algo apenado por estar usando sus prendas, las prendas de mi rey. Sus palabras resonaron en la habitación. Le observé y asentí antes de notar como prácticamente me atravesaba con la mirada. ¿Acaso me quedaba mal la ropa?
Mientras me dejaba guiar pude notar todas las miradas acusadoras de mis compañeros. Ellos sabían lo que yo "pensaba" respecto al rey y que me vieran en esa situación solo había logrado que perdiera la confianza que me había ganado en el tiempo quee había trabajado allí. Suspiré e intenté no prestarles atención, incluso divisé a uno de mis amigos, el cual parecía mirarme como herido. Desvié la mirada, no podía soportar que me viera de aquella forma, como si no me reconociera.
Una vez que llegamos a aquella habitación observé el despacho con lujo de detalles pero las miradas de todos invadían mi mente, obligándome a suspirara y a seguir nuevamente a mi rey hacia aquella habitación con cama.
Algo divertido observé como se tiraba en la cama y abría sus brazos en mi dirección. Sonreí levemente y me acerqué, acurrucándome en sus brazos y ocultando el rostro- ¿Qué es este lugar? -pregunté con curiosidad, apreciando un poco la habitación.

-¿Qué es? Es la parte más tranquila, silenciosa y privada del castillo, eso es. -Callé y me quedé en el tiempo, observándole. Su rostro presentaba una preocupación casi imperceptible, pero los ojos le delataban. Ese brillo natural se realzó y no podía evitar notarlo.
-¿Qué ocurre?- pregunté en un susurro. Me alejé un poco de él para apreciarlo y mantener contacto visual- ¿Son los demás? -Me sentí un idiota de inmediato. Sabía que los ojos de los criados estaban atentos, pero no esperaría a que lo juzgasen de esa forma con miradas de reproche.
Suspiré con profundidad y con ambas manos le despojé la cara de aquellos cabellos dorados. Mantuve la boca cerrada para oírle y le besé la frente con suavidad.
-No debí haberte traído por ese pasillo... -dejé que el espacio entre ambas frentes sea nulo y cerré los ojos pesadamente- disculpa, soy un imbécil.

-Mmm... Entiendo... -susurré por lo bajo, perdiéndome un poco en mis pensamientos. Al escuchar su voz regresé a la realidad, observánole antes de bajar levemente mi mirada- No te preocupes... No será el fin del mundo... Después de todo casi no me hablaba con nadie -sonreí un poco, intentando disimular mi mentira. Ya llevaba algunos años allí, por lo que era lógico que las personas se amigaran entre sí. Y yo, por supuesto, me incluía en el montón.
A lo largo de toda mi estadía en el castillo mis amistades fueron aumentando gracias a lo que "pensaba" respecto al rey. Claro que nadie nunca supo sobre mis verdaderos sentimientos hacia él, pero así era mejor. Prefería ser uno del grupo a ser totalmente aislado.
Quien jamás tuvo ningún problema con respecto a lo que yo sentía fue la noona. Esa vieja amigable y comprensible... También, convengamos, fue gracias a ella que comencé a sentir todo esto, ¿cómo no iba a reconocer los frutos de su trabajo? Porque estoy seguro de que lo hizo con estas intenciones, para que alguien, además de ella, conociera al verdadero Lawrence.
Las palabras de mi rey me trajeron nuevamente a la realidad, sintiendo su frente contra la mía. Posé mi mano sobre su mejilla, la cual acaricié- No digas eso... Fue inevitable... Además... ¿Qué importan los demás? Ahora que te tengo conmigo puedo estar tranquilo... -susurré antes de unir mis labios con los ajenos, dejando un suave beso sobre los mismos- Te amo... -musité algo apenado y con mis mejillas suavemente sonrojadas.

No le creí una sola palabra, pero simplemente asentí. ¿Por qué estaba mintiéndome? Quizá era para no preocuparme, quizá pensaba en que, si me era honesto, iría y maltrataría a los demás por su trato hacia Vladimir. Y lo haría, les obligaría a meterse en sus propios asuntos a la fuerza si era necesario.
-Sí que era evitable... podríamos haber cruzado los jardines posteriores, o alguno de los pasadizos de emergencia, aún así... -iba a continuar de no ser callado por sus labios sellando los míos. Largué otro suspiro por ello.
-Vladimir...-susurré con los párpados caídos nuevamente. Aún no me entraba en la cabeza que alguien pudiese amar a alguien de mi calaña. No estaba seguro de contestarle... no porque no sintiera lo mismo, sino porque había algo que reprimía las palabras y las dejaba dentro en una laguna de pensamientos.
Dejé que las acciones hablasen por mí. Contorneé los bordes de su rostro con los dedos, acariciándolo, y besé sus labios -Olvídalo todo... olvida quién eres, olvida dónde estás y tan sólo quédate aquí conmigo- dije sin titubear revolviendo y despeinando sus cabellos. Ya no debía fingir, no más, nunca frente a él.

Sonreí y besé su frente, feliz de que al menos no rechazara mis palabras. Jamás me había expresado de esta forma, ni siquiera frente a la noona, aunque ambos sabíamos que ella sabía lo que significaba para mí.
Se sentía tan bien el no tener que ocultarme, el no tener que fingir ser alguien diferente, el poder besar aquellos labios.
Al escucharle y sentir cómo me acariciaba sonreí de nuevo, esta vez un poco más amplio. Sin poder evitarlo lo abracé por el cuello, aferrándome a él todo lo posible- Mi rey... Siempre estaré a tu lado... Y si no está permitido que me arresten, porque no pienso alejarme... -susurré sin apartarme ni un milímetro. Suspiré tranquilo, todos los posibles pensamientos sobre mis compañeros fueron disipados. No necesitaba malas ideas en ese momento, solo debía disfrutar y relajarme junto a mi... ¿Amado? Sí, puede que esa sea la palabra... Es mi amado y preciado rey y nada se interpondría entre nosotros... Me hice esa promesa con la intención de jamás apartarme del otro. No le dejaría ir hacia ningún sitio que no fuera a mi lado.

-De ser así moriremos ambos en la misma celda- rodeé por completo su cintura sin querer dejarle ir y reí por lo bajo.
Me acomodé en la cama con Vladimir abrazándome como si me estuviese cobijando. Se me trazó una sonrisa llena de frescura y simplicidad ante esa situación tan pura y perfecta que siempre había soñado experimentar.
-Llámame Lawrence... aquí mismo, a partir de ahora, contigo ya no soy un rey y tú tampoco eres mi súbdito... -Acaricié su cuello rozando los labios contra la piel y presionándolos contra la misma. Pasó un rato de silencio, no sabría decir si fue media hora o apenas dos minutos, pero no quería que esa escena se derrumbase nunca.
-Estas ropas te sientan tan bien... -susurré aún en su cuello- de ahora en más te mimaré y serás mi consentido, te guste o no. -No obstante, me tentaba la necesidad de sentir su piel, por lo que filtré las manos bajo la camisa de seda. Mis dedos hacían senderos desde la nuca a la parte inferior de su espalda, en un vaivén sutil.
Posicioné su rostro frente al mío y comencé a besarlo con tranquilidad, intensificándolo al tiempo en que el ruso también lo hacía. -Precioso...

Sonreí tontamente al escucharle, abrazándole más fuerte, feliz de estar de esa forma con mi adorado rey.
Sus palabras me hicieron abrir los ojos antes suspirar feliz. Me encantaba como sonaba aquello- Lawrence... -susurré mientras sentía las caricias y su respiración contra mi cuello. Se sentía tan bien.
Sus palabras provocaron que un suave color carmín se apoderara de mis mejillas. Estaba apunto de reclamar pero su mano me hizo olvidarme de lo que iba a decir.
Correspondí su beso, intensificándolo a medida que el tiempo pasaba. Mordisqueaba un poco sus labios cuando volví a escuchar su voz, intensificándose un poco más el color de mis mejillas.
Rodeé su cuello con mis brazos, atrayéndolo más a mí. Necesitaba de mi rey, lo necesitaba ahora y siempre.