Pasaron algunos días de que no veía a Vladimir, por lo que
me dirigí sin pensarlo demasiado a la cocina, pero no lo vi allí. Sólo habían
unas pocas mujeres como siempre, y "noona" hablando con ellas de
sandeces.
Le dije con la voz firme que si lo veía, le avisase que se
presente a mi despacho. "Lo extraño, díselo" le susurré al oído y
ella sonrió con esa mueca de picardía.
Estuve a punto de preguntarle al escriba si había visto a mi
tío cuando reí a carcajadas. Supongo que le vería en el infierno.
Atravesé las puertas de nogal y me quité las ropas de gala
para vestirme con los pijamas de seda. Comencé a buscar en el escritorio los
libros que debía leer, como si de una tarea escolar se tratase, cuando oí el
chillido de la bisagra resonar.
Suspiré frustrado mientras me dirigía hacia la cocina de
nuevo. Desde que me habían visto pasearme con Lawrence por el pasillo todos me
trataban diferente, a excepción claro de la noona. Me había mandado a tirar
varias bolsas de basura. Así había sido estos días, manteniéndome ocupado para
que no pueda hacer nada. Todo parecía una pesadilla, sin embargo cuando
recordaba a causa de quién los demás se habían puesto así mis quejas se veían
disipadas.
Finalmente volví a la cocina, viendo a la mayor que le
llamaba para decirle algo. Las palabras dichas por ella no podrían haber sido
mejores en este momento. Fueron como caídas del cielo. "También dijo que
te extraña" me susurró al oído, y sin más me lancé fuera de la cocina, con
una sonrisa plantada en el rostro, a pesar de ello esta fue borrada al sentir
cómo me tiraban contra la pared. Mis movimientos se vieron bloqueados, por lo
que me limité a observar a mi captor. Era uno de los soldados, no, era un
sargento o algo por el estilo. "Mira a quién me vengo a encontrar"
sus palabras eran filosas y venenosas pero solo e quedé viéndolo. "¿Eres
la nueva zorra del rey?" preguntó sin vergüenza alguna. Desvié la mirada,
negándome a responderle y a seguir con esta conversación- Déjame ir... El rey
me llama... -dije firme aunque sin mirarle. Una carcajada se escuchó en el
pasillo. Volví a verle sorprendido. "El rey te llama... Ve a acostarte con
él zorrita... Ya nos veremos" y sin más se retiró del lugar, dejándome
solo en el pasillo.
Le observé irse, clavándole la mirada en la espalda hasta
que no le vi más. Suspiré y volví a caminar, dirigiéndome hacia la habitación
de mi rey. Una vez que llegué iba a golpear la puerta, pero recordé que no le
gustaba que lo tratara formalmente, así que simplemente entré, escuchando como
las bisagras resonaban. Una vez que cerré la puerta me lancé a sus brazos. Le
había extrañado demasiado- Lawrence... -susurré por lo bajo antes de besar su
mejilla.
Sonreí con satisfacción- ¿Me extrañaste, Vladimir? -le
correspondí con un beso suave en los labios y empujé la puerta hasta cerrarla.
Le abracé desde atrás, por la cintura, y oculté el rostro en su cuello.
-¿Tienes frío? -pregunté. Los días estaban empezando a
refrescar y más con el sol ocultándose en el momento crepuscular, sin embargo
la ventana del despacho estaba abierta, dejando danzar las cortinas.
Acaricié con los labios su piel, añoraba su aroma. Incluso
unos pocos días me parecían demasiado, y esperaba de cierta manera que a él
también.
-Me siento una madre con tantas preguntas... -Dije,
relajado. El estrés estaba pesándome en los hombros, y lo mejor que hubiese
podido hacer es encontrarme con Vladimir nuevamente.
Asentí a su pregunta, sintiendo cómo me abrazaba por detrás.
Ahora negué, a pesar de que el frío se hacía presente, si estaba con Lawrence
no me importaba nada. Podría haber una ventisca y mientras permaneciera junto a
mi rey nada importaba. Suspiré sonriendo por sus acciones. Se sentía tan bien
el tenerlo de nuevo conmigo.
Reí por sus palabras, dándome la vuelta para poder verle-
¿Madre? Ya la tengo a la noona como madre... No quiero otra madre más -besé sus
labios suavemente mientras le abrazaba por el cuello- ¿Cómo has estado? ¿Mucho
trabajo? -pregunté por lo bajo, enterrando mi rostro en su cuello. No quería
que viera mi rostro, seguramente me delataría solo. La situación de recién no
era algo para pasar por alto.
Asentí con pesadez y arrastré a Vladimir conmigo hacia el
sillón, haciendo que se recostara sobre mi pecho.
-No tienes idea... no tengo ganas de ser rey... -suspiré
encaprichado como un niño acurrucándome un poco a él.
-¿Y tú? Dime que los demás no siguen molestándote... o me
aseguraré de que se comporten bien... -lo dije con una voz serena, pero iba en
serio, y el podía saberlo.
-Algún día me cansaré y me fugaré contigo y noona a algún
lugar recóndito donde nadie nos moleste, lo juro.- Acababa de recordar a las
cortesanas que se habían infiltrado hacía un par de noches al castillo,
diciendo que alguien las había enviado. Ya estaba harto de esas bromas
estúpidas, no necesitaba una prostituta para satisfacer las necesidades de un
noble, pero parecía que algún estúpido no había entendido eso aún.
-¿Te dije ya que te extrañé? Te extrañé. -y no me cansaría
nunca de repetírselo.
Me dejé llevar, recostándome sobre su pecho. Me sentía tan
protegido cuando me abrazaba de esa forma.
Al escucharle levanté la cabeza, mirándole con curiosidad-
Pero si haces un buen trabajo como rey... -comenté antes de que sus nuevas
palabras llegaran a mis oídos. Bajé la mirada y negué suavemente- No quiero que
hagas nada... Además no es nada -sonreí para mirarle unos momentos- Ni que me
hicieran trabajar el doble -reí con suavidad.
Sonreí tontamente antes de abrazarle con fuerza- No sabes lo
que me alegra que digas eso... -susurré enterrando mi rostro en su cuello,
sonriendo de nuevo- Yo también te extrañe... Mucho... -me alejé un poco y besé
sus labios- Te amo... -la escena que recién había vivido volvió a mi cabeza,
así que volví a ocultar mi rostro en su cuello.
-No lo sé, no me gusta gobernar... -me acomodé acariciando
sus cabellos dorados con suavidad.
-Estás seguro? Te veo extraño... -decidí callar, quizá iba a
empeorar su situación y ese no era el punto. Quería que lo olvidase, quería lo
mejor sólo para él.
Largué un suspiro cuando me besó. Añoraba que me besase.
-Yo... también te amo- esa palabra era tan fuerte y era la
primera vez que la susurraba. Sellé los labios de ambos suavemente y dejé que
se recostara sobre mi cuello. Cerré los ojos mientras seguía acariciando su
cabello, y con la otra mano, la piel de su espalda. Parecía que comenzaba a
dormitar cuando se sintió un golpeteo en las puertas de la oficina. Abrí los
ojos, miré hacia esa dirección y decidí ignorarlo. -Shh... -dirigiéndome a
Vladimir, besándolo con serenidad nuevamente mientras sonreía.
Sonreí suavemente al ver como se preocupaba por mí, ¿en
verdad era tan obvio? Preferí dejar aquel pensamiento y todo lo relacionado de
lado. En ese momento estaba con mi rey, nada podría arruinar aquello.
Escuché sus palabras, realmente sorprendido de que al fin me
hubiese respondido de esa forma. Una enorme sonrisa invadió mi rostro, no podía
contenerme. Le abracé con fuerza mientras mi cabeza descansaba en su cuello.
Estaba a punto de quedarme dormido cuando los golpes de la
puerta me sobresaltaron, haciendo que me alejara un poco de mi amado. Sin
embargo, al escucharle asentí levemente, recostándome de nuevo en la misma
posición- Lawrence... Puede ser importante... -susurré para que fuera a ver qué
ocurría. No quería que le regañaran ni nada por el estilo por estar conmigo.
-¿Importante? ¿Quién demonios me diría algo importante a
esta hora? -refunfuñé en voz baja. Realmente no quería nadie que interrumpiera.
Quería quedarme en esa posición, sintiendo su calor sobre mí.-
Está bien... -suspiré y esperé a que Vladimir se sentase
nuevamente en el sillón para así yo poder dirigirme a la puerta. Tras otros
golpeteos bufé- ¡ya voy, maldita sea! -Abrí la puerta con el ceño fruncido y
relajé el rostro cuando vi de quién se trataba, mas no le dejé pasar ni tampoco
ver el interior del despacho- Ah, eres tú... -emití un bostezo y me cubrí la
boca- ¿Qué quieres, Adrien? La gente duerme a esta hora, tarado.
Reí un poco al escuchar cómo refunfuñaba, sentándome cuando
escuché que abriría la puerta.
Me quedé en el sillón, observando lo que hacía y escuchando
un poco las palabras emitidas por mi rey- ¿Adrien? -susurré mientras en mi
cabeza rebuscaba ese nombre, intentando unirlo a algún rostro. Conocía a muchas
personas en el castillo y más de una vez solía confundir los nombres.
Por más que pensé y pensé, nada vino a mi cabeza, por lo que
resignado me relajé sobre el sofá, intentando distinguir la voz de este tal
Adrien. Solo por mera curiosidad.
"Nada importante, sólo venía a entregarte ésto de parte
de mi hermano Charles." -pronunció y me entregó uno de los libros que
buscaba antes de que Vladimir llegase. Era extraño, estaba seguro de que estaba
en mi escritorio. "Además, hacía mucho que no te molestaba" Rió y me
abofeteó levemente en forma de broma
-Ya, ya. Otro día me molestarás, necesito dormir. Y dile a
Charles que deje de ser tan autoritario y estúpido, está empezando a irritarme,
más aún con eso de las prostitutas que dejó entrar. Que sea un sargento no
significa que pueda hacer lo que le plazca.-
Dicho esto, me despeinó los cabellos a modo de despedida y
se retiró con su paso amable por los pasillos. Cerré la puerta detrás de mí, me
apoyé en ella unos segundos y suspiré, para luego dirigirme al escritorio y
dejar el libro allí.
Jugueteaba con mis ropas, observando al otro de vez en
cuando. No pude evitar sentir cierta molestia en el pecho por la forma en la
que ese Adrien trataba a mi rey. ¿Quién se creía?
Resoplé levemente cuando escuché las palabras de Lawrence,
sorprendiéndome un poco por las mismas. Pensé que ya no recibiría prostitutas
ya que su tío estaba muerto pero se ve que me había equivocado.
Al sentir el cierre de la puerta volví mi vista hacia él,
viendo como dejaba el libro sobre el escritorio- ¿Quién era? -pregunté,
intentando disimular mi molestia hacia el muchacho que les había interrumpido
minutos atrás.
-¿Eh? -le miré con cierta curiosidad y me senté en el
apoyabrazos del sillón, al lado de Vladimir.
-Un amigo de hace
años... ¿Por qué? ¿No lo conoces? -le pregunté. Todo el mundo reconocía a
Adrien por su bondad, un rasgo que a su hermano no le sobraría tener.
Volví a acariciar sus cabellos, esperando que no volviesen a
interrumpir otra vez.
-Mm... -desvié un poco la mirada al recordar finalmente a
quién se refería. Sabía que era un muchacho muy amable, pero esa molestia aún
estaba. ¿Celos? Negó mentalmente, nunca había sentido celos de nada, aunque
tampoco había tenido ningún motivo por el cual tenerlos.
Mi mirada se vio
perdida por unos momentos, procesando un poco todo aquello. Ese malhumor que
quería salir a la luz estaba relacionado claramente con la molestia de hace un
momento, pero no me descargaría con mi rey, claro que no- ¿De hace años?
Pues... No tengo buena memoria... -comenté aún sin mirarle y con la voz algo
fría. Genial, mi malhumor afloró, esto no podría ser mejor...
Asentí, pero su tono de voz me intrigó de sobremanera. No
titubeé en tomarle del mentón y obligarle a verme.- ¿Qué? -Bajé el rostro
mirándole más de abajo. Se veía tan raro, no se había mostrado así ante mí
antes.
-No me gusta tu voz. -Musité en voz alta, no iba a callarme.
¿Por qué su humor cambiaba tanto? Me preocupaba.
Sentí cómo me tomaba del mentón, dejándome hacer le observé,
escuchando sus palabras- ¿Qué es lo que no te gusta? -pregunté aún algo
distante. Odiaba hablarle así pero no podía evitarlo, la molestia, el malhumor,
ese Adrien, todo parecía ponerme de malas.
Desvié la mirada aunque no el rostro, mordiéndome un poco el
labio por empezar a comprender qué era lo que me mantenía así. "Malditos
celos" pensaba internamente, un poco resignado por la situación.