Capricho oculto-5

Había terminado mis mandados del día. Llevaba aún la capa real a rastras, paseándola por los pasillos principales. Sinceramente, no pensé que iba a ser tan tedioso, pero lo era. Los primeros días del reinado eran los peores y estaba experimentándolo.
Pasaron algunos días de que no veía a Vladimir, por lo que me dirigí sin pensarlo demasiado a la cocina, pero no lo vi allí. Sólo habían unas pocas mujeres como siempre, y "noona" hablando con ellas de sandeces.
Le dije con la voz firme que si lo veía, le avisase que se presente a mi despacho. "Lo extraño, díselo" le susurré al oído y ella sonrió con esa mueca de picardía.
Estuve a punto de preguntarle al escriba si había visto a mi tío cuando reí a carcajadas. Supongo que le vería en el infierno.
Atravesé las puertas de nogal y me quité las ropas de gala para vestirme con los pijamas de seda. Comencé a buscar en el escritorio los libros que debía leer, como si de una tarea escolar se tratase, cuando oí el chillido de la bisagra resonar.

Suspiré frustrado mientras me dirigía hacia la cocina de nuevo. Desde que me habían visto pasearme con Lawrence por el pasillo todos me trataban diferente, a excepción claro de la noona. Me había mandado a tirar varias bolsas de basura. Así había sido estos días, manteniéndome ocupado para que no pueda hacer nada. Todo parecía una pesadilla, sin embargo cuando recordaba a causa de quién los demás se habían puesto así mis quejas se veían disipadas.
Finalmente volví a la cocina, viendo a la mayor que le llamaba para decirle algo. Las palabras dichas por ella no podrían haber sido mejores en este momento. Fueron como caídas del cielo. "También dijo que te extraña" me susurró al oído, y sin más me lancé fuera de la cocina, con una sonrisa plantada en el rostro, a pesar de ello esta fue borrada al sentir cómo me tiraban contra la pared. Mis movimientos se vieron bloqueados, por lo que me limité a observar a mi captor. Era uno de los soldados, no, era un sargento o algo por el estilo. "Mira a quién me vengo a encontrar" sus palabras eran filosas y venenosas pero solo e quedé viéndolo. "¿Eres la nueva zorra del rey?" preguntó sin vergüenza alguna. Desvié la mirada, negándome a responderle y a seguir con esta conversación- Déjame ir... El rey me llama... -dije firme aunque sin mirarle. Una carcajada se escuchó en el pasillo. Volví a verle sorprendido. "El rey te llama... Ve a acostarte con él zorrita... Ya nos veremos" y sin más se retiró del lugar, dejándome solo en el pasillo.
Le observé irse, clavándole la mirada en la espalda hasta que no le vi más. Suspiré y volví a caminar, dirigiéndome hacia la habitación de mi rey. Una vez que llegué iba a golpear la puerta, pero recordé que no le gustaba que lo tratara formalmente, así que simplemente entré, escuchando como las bisagras resonaban. Una vez que cerré la puerta me lancé a sus brazos. Le había extrañado demasiado- Lawrence... -susurré por lo bajo antes de besar su mejilla.

Sonreí con satisfacción- ¿Me extrañaste, Vladimir? -le correspondí con un beso suave en los labios y empujé la puerta hasta cerrarla. Le abracé desde atrás, por la cintura, y oculté el rostro en su cuello.
-¿Tienes frío? -pregunté. Los días estaban empezando a refrescar y más con el sol ocultándose en el momento crepuscular, sin embargo la ventana del despacho estaba abierta, dejando danzar las cortinas.
Acaricié con los labios su piel, añoraba su aroma. Incluso unos pocos días me parecían demasiado, y esperaba de cierta manera que a él también.
-Me siento una madre con tantas preguntas... -Dije, relajado. El estrés estaba pesándome en los hombros, y lo mejor que hubiese podido hacer es encontrarme con Vladimir nuevamente.

Asentí a su pregunta, sintiendo cómo me abrazaba por detrás. Ahora negué, a pesar de que el frío se hacía presente, si estaba con Lawrence no me importaba nada. Podría haber una ventisca y mientras permaneciera junto a mi rey nada importaba. Suspiré sonriendo por sus acciones. Se sentía tan bien el tenerlo de nuevo conmigo.
Reí por sus palabras, dándome la vuelta para poder verle- ¿Madre? Ya la tengo a la noona como madre... No quiero otra madre más -besé sus labios suavemente mientras le abrazaba por el cuello- ¿Cómo has estado? ¿Mucho trabajo? -pregunté por lo bajo, enterrando mi rostro en su cuello. No quería que viera mi rostro, seguramente me delataría solo. La situación de recién no era algo para pasar por alto.

Asentí con pesadez y arrastré a Vladimir conmigo hacia el sillón, haciendo que se recostara sobre mi pecho.
-No tienes idea... no tengo ganas de ser rey... -suspiré encaprichado como un niño acurrucándome un poco a él.
-¿Y tú? Dime que los demás no siguen molestándote... o me aseguraré de que se comporten bien... -lo dije con una voz serena, pero iba en serio, y el podía saberlo.
-Algún día me cansaré y me fugaré contigo y noona a algún lugar recóndito donde nadie nos moleste, lo juro.- Acababa de recordar a las cortesanas que se habían infiltrado hacía un par de noches al castillo, diciendo que alguien las había enviado. Ya estaba harto de esas bromas estúpidas, no necesitaba una prostituta para satisfacer las necesidades de un noble, pero parecía que algún estúpido no había entendido eso aún.
-¿Te dije ya que te extrañé? Te extrañé. -y no me cansaría nunca de repetírselo.

Me dejé llevar, recostándome sobre su pecho. Me sentía tan protegido cuando me abrazaba de esa forma.
Al escucharle levanté la cabeza, mirándole con curiosidad- Pero si haces un buen trabajo como rey... -comenté antes de que sus nuevas palabras llegaran a mis oídos. Bajé la mirada y negué suavemente- No quiero que hagas nada... Además no es nada -sonreí para mirarle unos momentos- Ni que me hicieran trabajar el doble -reí con suavidad.
Sonreí tontamente antes de abrazarle con fuerza- No sabes lo que me alegra que digas eso... -susurré enterrando mi rostro en su cuello, sonriendo de nuevo- Yo también te extrañe... Mucho... -me alejé un poco y besé sus labios- Te amo... -la escena que recién había vivido volvió a mi cabeza, así que volví a ocultar mi rostro en su cuello.

-No lo sé, no me gusta gobernar... -me acomodé acariciando sus cabellos dorados con suavidad.
-Estás seguro? Te veo extraño... -decidí callar, quizá iba a empeorar su situación y ese no era el punto. Quería que lo olvidase, quería lo mejor sólo para él.
Largué un suspiro cuando me besó. Añoraba que me besase.
-Yo... también te amo- esa palabra era tan fuerte y era la primera vez que la susurraba. Sellé los labios de ambos suavemente y dejé que se recostara sobre mi cuello. Cerré los ojos mientras seguía acariciando su cabello, y con la otra mano, la piel de su espalda. Parecía que comenzaba a dormitar cuando se sintió un golpeteo en las puertas de la oficina. Abrí los ojos, miré hacia esa dirección y decidí ignorarlo. -Shh... -dirigiéndome a Vladimir, besándolo con serenidad nuevamente mientras sonreía.

Sonreí suavemente al ver como se preocupaba por mí, ¿en verdad era tan obvio? Preferí dejar aquel pensamiento y todo lo relacionado de lado. En ese momento estaba con mi rey, nada podría arruinar aquello.
Escuché sus palabras, realmente sorprendido de que al fin me hubiese respondido de esa forma. Una enorme sonrisa invadió mi rostro, no podía contenerme. Le abracé con fuerza mientras mi cabeza descansaba en su cuello.
Estaba a punto de quedarme dormido cuando los golpes de la puerta me sobresaltaron, haciendo que me alejara un poco de mi amado. Sin embargo, al escucharle asentí levemente, recostándome de nuevo en la misma posición- Lawrence... Puede ser importante... -susurré para que fuera a ver qué ocurría. No quería que le regañaran ni nada por el estilo por estar conmigo.

-¿Importante? ¿Quién demonios me diría algo importante a esta hora? -refunfuñé en voz baja. Realmente no quería nadie que interrumpiera. Quería quedarme en esa posición, sintiendo su calor sobre mí.-
Está bien... -suspiré y esperé a que Vladimir se sentase nuevamente en el sillón para así yo poder dirigirme a la puerta. Tras otros golpeteos bufé- ¡ya voy, maldita sea! -Abrí la puerta con el ceño fruncido y relajé el rostro cuando vi de quién se trataba, mas no le dejé pasar ni tampoco ver el interior del despacho- Ah, eres tú... -emití un bostezo y me cubrí la boca- ¿Qué quieres, Adrien? La gente duerme a esta hora, tarado.

Reí un poco al escuchar cómo refunfuñaba, sentándome cuando escuché que abriría la puerta.
Me quedé en el sillón, observando lo que hacía y escuchando un poco las palabras emitidas por mi rey- ¿Adrien? -susurré mientras en mi cabeza rebuscaba ese nombre, intentando unirlo a algún rostro. Conocía a muchas personas en el castillo y más de una vez solía confundir los nombres.
Por más que pensé y pensé, nada vino a mi cabeza, por lo que resignado me relajé sobre el sofá, intentando distinguir la voz de este tal Adrien. Solo por mera curiosidad.

"Nada importante, sólo venía a entregarte ésto de parte de mi hermano Charles." -pronunció y me entregó uno de los libros que buscaba antes de que Vladimir llegase. Era extraño, estaba seguro de que estaba en mi escritorio. "Además, hacía mucho que no te molestaba" Rió y me abofeteó levemente en forma de broma
-Ya, ya. Otro día me molestarás, necesito dormir. Y dile a Charles que deje de ser tan autoritario y estúpido, está empezando a irritarme, más aún con eso de las prostitutas que dejó entrar. Que sea un sargento no significa que pueda hacer lo que le plazca.-
Dicho esto, me despeinó los cabellos a modo de despedida y se retiró con su paso amable por los pasillos. Cerré la puerta detrás de mí, me apoyé en ella unos segundos y suspiré, para luego dirigirme al escritorio y dejar el libro allí.

Jugueteaba con mis ropas, observando al otro de vez en cuando. No pude evitar sentir cierta molestia en el pecho por la forma en la que ese Adrien trataba a mi rey. ¿Quién se creía?
Resoplé levemente cuando escuché las palabras de Lawrence, sorprendiéndome un poco por las mismas. Pensé que ya no recibiría prostitutas ya que su tío estaba muerto pero se ve que me había equivocado.
Al sentir el cierre de la puerta volví mi vista hacia él, viendo como dejaba el libro sobre el escritorio- ¿Quién era? -pregunté, intentando disimular mi molestia hacia el muchacho que les había interrumpido minutos atrás.

-¿Eh? -le miré con cierta curiosidad y me senté en el apoyabrazos del sillón, al lado de Vladimir.
 -Un amigo de hace años... ¿Por qué? ¿No lo conoces? -le pregunté. Todo el mundo reconocía a Adrien por su bondad, un rasgo que a su hermano no le sobraría tener.
Volví a acariciar sus cabellos, esperando que no volviesen a interrumpir otra vez.

-Mm... -desvié un poco la mirada al recordar finalmente a quién se refería. Sabía que era un muchacho muy amable, pero esa molestia aún estaba. ¿Celos? Negó mentalmente, nunca había sentido celos de nada, aunque tampoco había tenido ningún motivo por el cual tenerlos.
 Mi mirada se vio perdida por unos momentos, procesando un poco todo aquello. Ese malhumor que quería salir a la luz estaba relacionado claramente con la molestia de hace un momento, pero no me descargaría con mi rey, claro que no- ¿De hace años? Pues... No tengo buena memoria... -comenté aún sin mirarle y con la voz algo fría. Genial, mi malhumor afloró, esto no podría ser mejor...

Asentí, pero su tono de voz me intrigó de sobremanera. No titubeé en tomarle del mentón y obligarle a verme.- ¿Qué? -Bajé el rostro mirándole más de abajo. Se veía tan raro, no se había mostrado así ante mí antes.
-No me gusta tu voz. -Musité en voz alta, no iba a callarme. ¿Por qué su humor cambiaba tanto? Me preocupaba.

Sentí cómo me tomaba del mentón, dejándome hacer le observé, escuchando sus palabras- ¿Qué es lo que no te gusta? -pregunté aún algo distante. Odiaba hablarle así pero no podía evitarlo, la molestia, el malhumor, ese Adrien, todo parecía ponerme de malas.
Desvié la mirada aunque no el rostro, mordiéndome un poco el labio por empezar a comprender qué era lo que me mantenía así. "Malditos celos" pensaba internamente, un poco resignado por la situación.