Al
día siguiente cada profesor impartió su clase como era debido, siendo
Honey “secuestrado" tras dar su hora, seguido Mori y Haruhi.
- Sabes que simplemente puedes llamarnos a tu despacho, ¿no, Tamaki?
- Haru-chan~ No seas aguafiestas –Dijo el más bajito con tono alegre- ¿No te divirtió cómo nos secuestró? ¡A Takashi y a mí sí!
- Gracias Honey-Sempai, creo que el secuestro le da un toque misterioso al asunto ¿No crees, Haruhi?
- ¿Y bien? ¿Para qué nos “secuestraste”?
Mientras los cuatro creaban un plan a base de las locas ideas del
director, los gemelos caminaban por los pasillos conversando sobre lo
que habían dado en su hora para estar al tanto y así poder dar la clase
del otro la próxima vez.
- ¿Pudieron entender “El retrato de
Dorian Grey”? Parecían bastante perdidos cuando tocamos el tema la
última vez –Hikaru, quien había impartido literatura como si fuera Kaoru
hacía no mucho no estaba muy convencido sobre los alumnos de su
hermano.
- Sí, lo que se dificultaba eran los textos excesivamente descriptivos ¿Y tus alumnos?
- Bastante bien, se ve que les interesó la historia de los Romanov.
Bueno no los culpo, es bastante interesante, en especial cuando
debatimos sobre si la revolución que se llevó a cabo fue justificada o
no…
- Hikaru, a ti siempre te han gustado las revoluciones… No vayas a hacer una aquí.
- ¿Yo? ¿Cómo crees, Kaoru?
Ambos hombres rieron con entusiasmo, sentándose junto a una de las
ventanas para poder enseñarse los apuntes sin complicaciones, justo
cuando estaban terminando con ello, una figura se les presentó.
- Con ustedes quería hablar.
- Kyouya ¿Qué ocurre? –Preguntó el menor de los hermanos mientras el mayor ignoraba al recién llegado.
- Necesitaba que me dijeran luego el presupuesto de los trajes de la fiesta.
- Claro, más tarde te mando un mensaje.
- Está bien. Y… Oye, ¿luego podemos hablar, Kaoru?
- No –Hikaru se levantó de un salto, tomando la mano de su hermano- No pueden hablar. Vamos, Kaoru
- P-Pero… Hikaru…
Sin poder evitarlo, el menor terminó siendo arrastrado, mirando que el
más alto se había quedado atrás; este los vio alejarse sin impedirlo,
notando que se habían dejado unos apuntes, aparentemente de literatura.
- Ya se los daré luego…
Y sin más caminó en dirección contraria a los hermanos.
Por otro lado, Hikaru seguía sujetando la mano ajena hasta que esta se liberó de un tirón, obligándole a detenerse.
- ¡Ya basta, Hikaru! ¡Deja de comportarte como un niño!
- ¿Acaso quieres que ese imbécil te vuelva a lastimar?
- ¡Eso es algo que decido yo, no tú! ¿Qué sabes sobre lo que quiere
hablar? Y si fuera sobre lo que pasó ¡¿Qué te importa?! ¡Es mi vida!
Maldita sea.
Ante tal planteo, el mayor se quedó duro, mirando
al que podría ser su reflejo, solo que con una mirada llena de rabia; el
menor resopló molesto y se fue caminando a paso acelerado, dejando a su
hermano aturdido atrás.
- ¿Entendido el plan?
- ¡Sí, capitán Tamaki!
- ¿En verdad funcionará? –La castaña no parecía tan convencida con respecto al plan del director.
- Haruhi, confía en mí.
Finalmente todos salieron del despacho del rubio, viendo que venía solo uno de los gemelos, cosa que extrañó a los cuatro.
- ¿Kaoru? ¿Dónde está Hikaru?
- No lo sé, ni me importa.
Dicho eso, el pelirrojo se alejó del grupo, aún caminando a paso acelerado. En ese momento, Tamaki reaccionó.
- Cambio de planes. Haruhi, sigue a Kaoru y avisa cuando se quede
quieto; Honey, Mori, busquen a Hikaru e impidan que busque a Kaoru hasta
que les avise; yo buscaré a Kyouya.
Mientras tanto el
secretario había llegado a escuchar la discusión de los gemelos quedando
algo sorprendido por ello. Habían sido pocas las veces que esa escena
se había presentado ante él, no podía imaginarse a esos dos separados o
enojados entre sí.
- Eso fue inesperado…
Dejó escapar
esas palabras mientras seguía su camino contrario al de los hermanos. En
estas situaciones la mejor opción era dejarlos solos, ya solucionarían
sus problemas ellos mismos.
- ¡Kyouya!
La voz de su
amigo de la infancia se hizo presente en los pasillos haciendo al de
anteojos voltear para ver al rubio llegar corriendo y este sin decirle
nada terminó por tomarle de la muñeca, obligándole a seguirle.
- ¡T-Tamaki! Espera, ¿A dónde vamos?
- A cumplir mí parte del trato y tú la tuya